1. El semental de confianza II


    Fecha: 22/11/2019, Categorías: Hetero Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    Ramón era muy mañanero.
    
    Desde pequeño, acostumbrado al trabajo, abría sus ojos mucho antes de las 6 de la mañana.
    
    Al principio, se sintió desorientado por el elegante entorno, pero en segundos cayó en cuenta. Volteó y vio el desnudo cuerpo de Ana junto a él, boca abajo, con sus bellas nalgas delineadas en la tenue luz de la recámara.
    
    La besó en la mejilla y acarició sus nalgas, metiendo sus dedos entre ellas, sintiendo los secos restos de su semen.
    
    Ana se volteó y se estiró…” buen día papacito”, dijo ella con adormecida voz.
    
    Ramón la besó en la boca, haciéndola responder de inmediato y abrazarlo.
    
    “¿Dormiste bien?”, preguntó con su habitual tono.
    
    “¡Nunca mejor en mi vida!”, contestó entusiasmado el albañil.
    
    “¡Ay, que re-puta soy!”, dijo Ana. “Mira que dejarte dormir conmigo y apenas…”
    
    Ramón la interrumpió con un beso.
    
    “¿Qué hora es?”, preguntó ella.
    
    Ramón vio su reloj. “Ni las 6”, contestó.
    
    “¡No me digas que quieres coger!”, agregó.
    
    Ana bostezó y se estiró de nuevo. “No, quiero que me cuentes cosas”, dijo.
    
    “¿Cosas como que?”, preguntó el albañil, fingiendo no saber sobre su inminente pregunta.
    
    Ana le sonrió. “Cosas como que te cogiste a mi mamá, no te hagas el loco”.
    
    “¿Dos veces, si mal no recuerdo?”, preguntó Ana.
    
    Ramón se excitó con el tema, recordando las ocasiones en que la señora Patricia y él habían tenido relaciones.
    
    “No”, contestó Ramón. “Más bien dosssscientas”, le contestó carcajeándose. Ana le pegó un suave ...
    ... manazo en el antebrazo. “Caliente, cabrón”, le dijo.
    
    Doña Patty rondaba los 50 años, un poco más alta que Ana, su tono de pelo un poco más obscuro, ojos verdes y delgada. En su juventud, sin duda alguna, fue tan o más bella que su hija.
    
    Hoy era una guapísima señora madura, con excelentes atributos, con unos pocos kilos de más que su hija. Era una mujer que cuidaba su cuerpo, y sabía lo hermosa que estaba para su edad.
    
    “Ya está operada mi mamá”, dijo Ana.
    
    “Me vale verga eso preciosa”, contestó Ramón.
    
    “Hará qué, unos tres o cuatro años, creo que tú no te habías casado todavía”, comenzó Ramón.
    
    “No, no te habías casado. Todavía vivías con tus papás, recuerdo que te veía con antojo de cogerte a ti o a tu hermana mayor, pero tu mamá no me pasaba por la cabeza”.
    
    Ana escuchaba con atención, intrigada y caliente, pero algo tranquila de no ser la única en su familia que había tenido relaciones fuera de su matrimonio.
    
    “¿Y cómo fue que pasó?”, preguntó ella.
    
    “Pues…“, prosiguió Ramón, “la vi bañándose y se dio cuenta que la vi”, dijo.
    
    “Como a los tres días, tu papá salió de viaje… ¡siempre un viaje metiéndome en problemas con ustedes!”. Ambos se rieron de la coincidencia.
    
    “Tu mamá andaba jariosa, se le notaba. Cuando ustedes tres se iban, salía en batitas y se bañaba con la puerta abierta”, “¡cómo me puñeteaba viéndola, me acuerdo!”.
    
    “¡Estaba bien buena tu mamá!, bueno, todavía está”, continuó Ramón. “Acuérdate que todavía me la cojo”
    
    “Ya pasaba de los 40 ...
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