1. VIAJE EN MICRO


    Fecha: 26/11/2019, Categorías: Sexo con Maduras Masturbación Autor: yepe, Fuente: xHamster

    No me gusta viajar en avión, aun cuando debo hacerlo. Pero eso sí¬, viajo en los micros clase suite, los que tienen solamente tres butacas por fila.Esta vez, no conseguí¬ una butaca individual. Pero al menos, conseguí¬ la que da al pasillo.Me instalé, preguntándome si habrán vendido la de la ventanilla, y quién será el ocupante.Al rato, llegó. Una mujer madura, muy atractiva y con aspecto que a simple vista no aparentaba su edad … llevaba un gorro tejido de lana blanca que debajo dejaba sobresalir un hermoso cabello rojizo… labios carnosos… y unos pechos grandes y erguidos q parecían explotar debajo de su remera.Me pidió permiso, y me incorporé un poco para dejarle más lugar. Mientras pasaba, le miré las caderas: de lo más interesantes.Acomodó su bolso de mano abajo del asiento, la cartera a sus pies, sacó una revista de la cartera, la enganchó en el porta revistas y con mucho disimulo desabrochó el botón de la cintura del vaquero de corderoy que tenía puesto, mientras miraba por la ventanilla. Después de todas estas maniobras, giró su cabeza hacia mí¬, y me hizo una sonrisa como de disculpa. Me sorprendió con este gesto, y faltó poco para que no pudiera alzar la vista (hubiera notado que la estaba observando y sopesándola parte por parte). Ante su gesto de disculpa, le dije “Y bueno, hay que instalarse bien, el viaje es largo”. “Si” me contestó, ampliando la sonrisa. Tenía una boca grande, y ojos muy vivos. Quizá alentada por mi comentario, siguió con sus preparativos: bajó ...
    ... el apoyapiés, se sacó las zapatillas, dejando al descubierto unas simpáticas medias rojas y reclinó un poco el asiento, mirando a la nada.No podía apartar los ojos de sus piernas. Se notaban unos muslos bien formados y firmes. Y con esas medias rojas, hasta se podía suponer una cuota de provocación.Se acomodó un poco en el asiento, y el movimiento le levantó la remera por encima de la cintura del pantalón. Como tenía desabrochado el botón, se entrevió un poco de su vientre, de piel sonrosada y seguramente muy suave.Ya la fantasía empezaba a tomar forma.Me la cortó la auxiliar, sirviendo la cena. Traté de ser amable… cada vez que la auxiliar quería alcanzarle algo (la bandeja, la bebida, lo que fuere) me ofrecía a servir de intermediario, haciéndole una sonrisa.Cuando apagaron las luces del micro, mi vecina reclinó por completo el asiento y se cubrió con la manta, no sin antes mirarme fijo y sonreírme… ante ese gesto no pude menos desearle que tenga un buen descanso, a lo que limitó a responder: “Y quien te dijo que quiero descansar justo ahora que todos duermen?”Mi fantasía no daba para más… tenía que hacer algo. Recliné el asiento, me cubrí¬ también con la manta y me puse de costado, dando frente a mi vecina. Asi, dejé que mi brazo derecho avanzara “sin querer” hacia ella. Para lograr acercarlo tuve que ir cambiando de posición (llegó un punto en que estaba francamente incómodo, pero valia la pena). Repentinamente, sentí¬ el contacto con el corderoy. Y simultáneamente, ella ...
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