-
Yo de 35, mi estudiante de 14
Fecha: 08/12/2019, Categorías: Gays Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues
... quieras. Y después yo toco lo que yo quiera, ¿va? —Ok. Comencé a levantarme un poco la franela y me empezó a tocar el pecho. Se veía en su carita que estaba excitado, y en parte yo también, pero no tanto como él, lo cual era un punto a mi favor: él haría lo que yo quisiera. — ¿Te gusta? —le pregunté. —Sí, profe, claro. ¿Le puedo tocar los brazos? —Claro, Danielito. Toca. Le puse una de sus manos en uno de mis brazos, y apretaba fuerte, acariciaba y después se me encimó a darme un beso y lo frené. — ¿Qué pasa profe? ¿No le gusto? —No, bueno, Danielito, primero tienes que mamarmelo un ratico a ver qué tal lo haces, y te doy el beso que quieres, ¿va? —Si va. Cuando iba a bajarme los monos, entré en razón del tiempo que llevábamos ahí y de que sería muy extraño si tardábamos mucho más. Cambié de idea. —No, Danielito, mejor déjame verte el culito y salimos, porque cualquiera puede venir y se dará cuenta de algo. Notarán. —Como usted quiera profe. No tardó cinco segundos cuando tenía sus pantalones abajo. Ahí sí terminaron de encendérseme las hormonas que estaban dormidas. Tenía un culito carnoso, como el resto de su cuerpo. Y eran blanquitas y lampiñas. Era un culito virgo. No pude aguantar y me agaché a mamarselo. Cuando sintió mi lengua en su culo soltó un gemido de placer que me excitaba más. Con mis dos manos le abría las nalgas, y con mi lengua hacía un círculo alrededor de su culito antes de pasarle la lengua en ese capullo virgo que me había ganado. Cuando abría mucho más ...
... las nalgas para intentar meterle la lengua lo más que podía, me agarraba de las manos y me apretaba. Entonces comencé a chupárselo como si me estuviese comiendo un pedazo de carne, fue ahí donde me agarraba del cabello e intentaba meter mi cabeza más en su culo. Yo estaba claro de que no podía pasar nada más y que de ahí no pasaría, hasta que lo escuché hablar: —Quiero que me coja, profe. — ¿Cómo dijiste, Daniel? —Métamelo, profe. Me han dicho que duele, pero yo aguanto. — No, Daniel. No tenemos tiempo para tanto. —Anda profe —me rogaba, mientras intentaba tocarme el guebo. —Si va. ¿Guebo es lo que tú quieres? Guebo te voy a dar, marico. Se extrañó un poco de mi nuevo tono de voz, pero no le presté atención alguna, y en su lugar, me saqué el guebo y comencé a ensalivármelo, le escupí el culito una vez más y comencé a meterle la cabeza. Al principio se resistía, yo sabía que le iba a doler, pero ya había decido cogérmelo, así que ahora se aguantaría. —Me duele, profe. —Bueno, pues se aguanta, mariconsito, ¿tú no querías guebo pues? Ahí tienes tu guebo pues. —Pero me arde. —Nada. Aguántese. —respondía yo, mientras seguía metiéndoselo. De segundos se lo sacaba para echarle más saliva porque se le secaba muy rápido, pero ya después de unos dos minutos, se lo metí hasta la pata y le dolió bastante. —Sácamelo, profe. Me duele. —No te lo voy a sacar. Aguanta, putica. Y así le comencé a dar embestidas, una, dos, se las daba de golpe y él solo gemía, después con mis dos manos lo tomé ...