D O Ñ A S O L E
Fecha: 11/12/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues
... cafetería de excelente presencia • ¿Ves?; es allí. –me dijo señalando el local de la marquesina- Ya verás; es la mar de acogedor… Tiene un saloncito en la planta baja que es un primor… Luz muy, muy tenue… Todo oscurito… -se rio- Es un local para parejitas la mar de cariñosas… Volvió a reír, más ostensiblemente que antes… También más nerviosa… Y, acercándome el rostro, bajando la voz y en tono eminentemente sensual, me soltó • Lo mismo, hasta te pones cachondo Y yo, que ya me empezaba a sentir, cómo diría, bueno, digamos, nervioso, me empecé a poner, que ni asno en celo • Contigo al lado, seguro • No me digas que, a mis casi cuarenta, todavía te “pongo”… Que ya tengo treinta y nueve, nene • Y aunque tuvieras sesenta… • ¡Ja, ja, ja!. Eres un adulador… Y un descarado… ¡Decirle a una honesta mujer casada que te pone cachondo!. ¡Golfo; más que golfo!. Se me había arrimado cosa mala, cargándome los senos, estrellándolos más que otra cosa, contra mi pecho. Llevo sus labios a mi oído y susurró. • Pero ¿sabes?. Me gustan los jovencitos descarados y golfos… Y me mordisqueó el lóbulo de la oreja • ¡Sole, Sole!. Que a este paso no sé lo acabaré haciéndote • ¡Ja, ja, ja!. ¿Follarme?. • Calla… Que tú sí que eres descarada… Y, que coste, que no te digo lo otro por cortesía… Caballerosidad para con una dama • ¡Ja, ja, ja!. Muchas gracias a vuestra galantería, mi señor caballero… Pero, a que te gustaría… • Por favor Sole; corramos un “estúpido” velo sobre mis apetencias Sole volvió a reír a ...
... carcajadas, y en ese momento llegamos a la cafetería de la marquesina, bajando directamente al saloncito inferior. Era tal y como ella, a grandes rasgos, me lo describiera… Recogido, coqueto, luces muy amortiguadas que lo dejaban en una espesa penumbra, en la que se hacía casi difícil vislumbrar nada a no tantos metros. Algo a estilo de diván corrido, adosado a las paredes, circundaba el saloncito, con una serie de mesitas bajas colocadas frente a él de trecho en trecho, lo suficientemente separadas entre sí como para que quienes a ellas se sentaran disfrutaran de una mínima intimidad, y al otro lado de cada mesita un par de butaquitas, tapizadas a juego con el diván. Y, repartidas por el centro del local, otra serie de mesitas, menos numerosa, a cada uno de cuyos lados se ubicaba otro diván, este para sólo dos ocupantes Desparramadas por diván corrido y mesitas “ad hoc”, unas cuantas parejitas, pocas, no más de seis u ocho, más que amarteladas, en distinto grado de intimidad, aunándolas las más que pasionales comidas de boca a todo ruedo, pero dándose también, acá y allá, algún que otro seno femenino al aire, homenajeado por los masculinos labios y lengua… Y, en aluna que otra parejita, a todo lo anterior se unían manos invisibles, perdidas bajo femeninas faldas y dentro de masculinos pantalones… También era perfectamente audible un coro de apagados jadeos y gruñidos de íntima satisfacción y gozo Nos dirigimos, directos, a un solitario sector del diván corrido; yo, en intento ...