D O Ñ A S O L E
Fecha: 11/12/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues
... de caballeroso comedimiento, hice amago de sentarme en una butaca mientras Sole se encaminaba al diván, pero al momento me dijo • Ven; siéntate aquí, conmigo… A mi lado… Muy, muy a mi lado Y yo, obediente, sin dudarlo hice lo que me pedían. Apenas nos sentamos, un solícito camarero apareció a nuestro lado. Pedí un gin-tonic y ella pidió lo mismo. El camarero se marchó y nos miramos… Y nuestras miradas lo dijeron todo… El enorme deseo que nos dominaba, que nos impulsaba al uno hacia el otro… Las miradas, sí, pero también los labios temblorosos, anhelantes del íntimo contacto entre ellos, atrayéndose mutuamente, los míos y los de ella, como el imán al hierro… Nos besamos; claro que nos besamos… Con furia, con frenesí casi salvaje… Como lobo y loba hambrientos nos comíamos mutuamente… Llegó el camarero con la comanda, tosiendo discretamente para hacerse notar, pues nosotros, ajenos a todo cuanto no fuéramos nosotros mismos, nuestra más que ardorosa pasión, ni nos enteramos de su presencia. Nos separamos al momento, buscando recobrar la compostura y el camarero, con abierta sonrisa cómplice, puso las dos consumiciones sobre la mesa y, con la misma discreción con que apareció, desapareció… Y nosotros volvimos a lo nuestro, con redobladas energías Sole jadeaba, abiertamente excitada; se bajó los tirantes del vestido que la cubría, uno más que ligero, muy muy veraniego, de levísima textura en punto de seda, cortito varios dedos por encima de las rodillas, escote más pronunciado ...
... que recatado, sin llegar a lo escandaloso, sujeto a los hombros por dos finísimos tirantes que más parecían estrechas cintas que otra cosa… Seguidamente, se llevó las manos a la espalda y, ostensiblemente se soltó los enganches del sujetador, requiriéndome a continuación • Sácame las tetas, cariño… Chúpamelas… Lámemelas… Y los pezones… Mis pezoncitos, cariño mío… Chúpamelos… Succiónamelos… Mámamelos… Como si fueras un bebé… Y yo qué iba a hacer sino lo que ella me pedía… Se las saqué en todo su esplendor… Preciosas… Divinas… Blancas, muy blancas, resaltando en su nívea blancura una estela de pecas oscuras que daba gloria verlas… con sus aureolas de color café con leche clarito… ¡Que ricura, qué lindeza de aureolas, Dios mío!. Pues y qué decir de sus más pezonzazos que pezoncitos, de intenso color café y leche, duros, gordos… Enhiestos como astas de miureño… Era la primera vez que veía esos senos desnudos ante mí y para mí, verlos, fue como una locura… Me apliqué a hacer lo que se me pedía, pero sin violencia; con esmerada suavidad, paladeando aquella ambrosía de dioses, esos panales de miel, esas cántaras de dulcísimo arrope… Sí, me enloquecía lamer esa hermosura, chupar, succionar con deleite esa esplendidez de dichas inacabables que eran sus divinos pezones. Y Sole, con los ojos cerrados, jadeando a tutti plén • ¡Ay!. ¡Ay!. ¡Ay!. ¡Qué gusto!. ¡Qué gusto más grande!. ¡Dios qué placer!. ¡Qué placer más enorme!. ¡Ay!. ¡Ay!. ¡Agg!. ¡Agg! ¡Ay!. ¡Ay!. ¡Ay!. ¡Dios!. ¡Diooos!. ¡Me ...