1. Belleza virgen


    Fecha: 18/12/2019, Categorías: Jóvenes Autor: arandi, Fuente: RelatosEróticos

    ... hasta ese día había sido virgen.
    
    —Con razón me costó tanto trabajo y te sentí tan apretada —admitió Marcelo—. Lo siento, pero eso de hacerlo en el agua es algo complicado.
    
    —Y delante de tanta gente —completó Sofía con la boca llena mientras comía con celeridad un sándwich.
    
    Marcelo se disculpó de su brusquedad.
    
    —Debí saberlo, después de todo te ves bien jovencita, ¿cuántos años tienes, dieciocho?
    
    —No que, dieciséis.
    
    —¿¡Dieciséis...!?
    
    Mi amiga asintió.
    
    —No pues... uff... la cagué, jaja. De saber que aún eras virgen hubiera ido más despacio.
    
    —No te fijes, ya pasó y, ¿qué crees? —dijo Sofía abriendo mucho los ojos por un instante—. Quiero hacerlo de nuevo. Pero no en el mar.
    
    Marcelo sonrió y la besó.
    
    —Vamos a tratar de que ahora no te duela y que sea mejor —le dijo Marcelo.
    
    —Eso, total ya estoy estrenada —dijo Sofía sonriendo y aún con un bocado en la boca.
    
    Unos minutos más tarde, mientras Marcelo se desnudaba nuevamente, Sofía sintió unos febriles tironcitos en su entrepierna al ver aquel pene amenazador del tamaño de un tolete, enrojecido y lleno de venosidades por todo el tronco. Ella ya lo conocía, pues lo había sentido en su intimidad, sin embargo, era la primera vez que lo veía tal cual, colgando oscilante frente a ella con aquellos testículos velludos por debajo.
    
    Ahora que lo veía en vivo y a todo color le provocó cierto temor. Sofía sintió escalofríos de tan sólo recordar aquella primera intromisión de ese largo y gordo ...
    ... instrumento. No podía explicarse cómo semejante pieza había podido entrar en su cuerpo.
    
    Durante un largo rato, Sofía tomo aquel falo entre sus manos. Como hipnotizada por la fascinación que le producía ese cilindro de carne viva, comenzó a darle lamidas suaves, indecisas, sin saber bien a bien cómo hacerlo.
    
    Tenía un saborcito medio salado (me comentó). La textura le fascinó, suave como el terciopelo pero cada vez más rígido.
    
    Mientras más lo chupaba más crecía dentro de su boca. De pronto era tan grande que le costaba introducírselo, parecía que ya no le cabría por completo y cuando lo logró se sentía muy chistosa, con las mejillas retacadas de carne.
    
    Marcelo le correspondió y también le brindó placer oral. Su lengua recorrió todo el pequeño cuerpo de mi amiga con suavidad y sin prisas. En algunas partes, su recorrido lingual le hacía reír por las cosquillas que producía.
    
    Tras recostarse en una felpuda alfombra, Sofía recibió un tratamiento de lengua en su rinconcito más íntimo. Marcelo había encontrado su entrada secreta y se deleitaba con los jugos propios de la excitación femenina. Envolvía cada uno de los delicados pliegues, aún irritados por la desfloración, con su lengua que traviesa se movía. Después aquella lengua se introdujo como un puñal en el canal vaginal. Sofía no sabía si abrir sus piernas para darle paso libre y que así profundizara en su sensible gruta, o si cerrarlas para atrapar con ellas la cabeza de Marcelo.
    
    Sofía, quien nunca había sentido nada ...
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