La reja
Fecha: 14/09/2017,
Categorías:
Voyerismo
Autor: LeMorbusier, Fuente: SexoSinTabues
Ya se lo podían esperar de mí. Ya me lo podía esperar de mí, de hecho. Ser el último en terminar. Casi mejor así: cualquier otro resultado habría sido un “hey, cacho vago”. Todos los demás podían terminar cuando querían pero yo no. Oh, yo no. Pero es igual. Al final del día, me suelen dejar tranquilo allá arriba, donde nadie más quiere trabajar. Sólo en el invernadero, nadie me m*****a. Claro, ellos dirán que soy yo quien no m*****a a nadie. Tonterías. Y siempre es igual: a media luz, apenas iluminado por la luz débil de sol poniente, solo delante del invernadero, cubierto de sudor mientras el aire seco y cálido de la tarde de junio seca mi torso desnudo. Para cuando termino, todos ya han vuelto a casa. Para mí no hay coche para volver. Hoy no era una excepción. Así pues, estaba solo. En la zona alta de la finca, allá donde nadie se quiere acercar, justo al lado de una cerca que tapa mi presencia, así como tapona el paso a los zorros, delante de una puerta enrejada que da a un camino poco transitado, allí, estaba yo dispuesto a descansar de mi paliza diaria. Nadie en mi casa trabajaba en lo que quería. Yo. en fin, trabajaba porque me gustaba mantenerme ocupado. Quizá demostré demasiado entusiasmo por ello y, quizá por eso, los demás dejaban en mis manos lo que ellos nunca querrían hacer. Pero, todo sea dicho, no es malo. Entre pala, azada, carretillo y caminatas constantes, podía enorgullecerme de que mi cuerpo estaba en mejor estado que nunca. Dos años atrás no podía (ni me ...
... atrevía) a lucir mis brazos, ni mi pecho ni mi (ahora escasa) barriga. Si algo bueno había traído este tiempo de crisis en la que todos trabajábamos sólo por comer, qué demonios, era que podía arrancar la cabeza a ciertos “responsables” con mis manos desnudas. . ahora tenía que esperar a que se me acercaran. Pero, de nuevo, esto traía un pequeño problema aparte: cuanto mejor está el físico, cualquiera empieza a sentir urgencias que, habitualmente, no sentiría alguien sedentario. Al principio era ignorable. Luego ascendió a ser algo incómodo. Más adelante, empezó a teñirse con colores de vergüenza. Y, finalmente, no podía dejar de pensar en clavar mi verga en cualquier cosa. No es que me pasara todo el día excitado. Pero en estos momentos de soledad, lejos de mi cama, después de haberme agotado de todas las formas imaginables, seguía necesitando ese alivio que ninguna dama me quería conceder. Así estaba pensando cuando, noté mi mano abrazar el tronco de mi incomodidad. Para mi desgracia, sólo mi mano derecha toleraba ese pedazo de carne sin sentido en alguien que. . estaba siendo observado. Golpe en el corazón. Pantalones arriba. Sonrisa incómoda. En medio segundo. Pero quien mi miraba no alteró su expresión. Veamos, ¿por dónde empiezo? Era mujer. Sí, creo que eso es lo primero que hay que destacar. Segundo, me miraba fijamente, sin apartar la vista de mi aún sudado cuerpo. Tercero, tenía la mano entre las piernas. Y, por desgracia, cuarto, estaba detrás de la reja, una reja ...