La reja
Fecha: 14/09/2017,
Categorías:
Voyerismo
Autor: LeMorbusier, Fuente: SexoSinTabues
... para la que no tenía llave alguna. No la había visto nunca antes. Cabellos negros, rizosos, algo desordenados, de complexión ancha pero, aparte de que ya era guapa de por sí, me resultaba especialmente erótica. Por el calentón que ya traía, por sus camiseta que destacaba sus pezones puntiagudos, por su actitud para consigo misma y porque, al cabo de unos segundos de tenso silencio, se quitó la poca ropa que cubría su torso. Soy fuerte, pero ni siquiera yo era capaz de tumbar esa fuerte reja de una patada. Me habría gustado. La extraña sonrió al ver mi desconcierto. Aún sin haberme dirigido una palabra, dominaba la situación. Me ordenaba que me acercara. Primero, con su rostro sonriente. Luego, con sus manos y, finalmente, con el jugueteo de sus dedos sobre sus pechos de amplias areolas. Vaya si me atrajo: en un impulso a****l que no reconocí mío, asalté la reja, alargué los brazos a través de los huecos y alcancé la suavidad de su acogedor y curvilíneo cuerpo. Ella dejó que jugara con su cuerpo, con sumo gusto de encontrar a alguien que encontrara placer en tan infantil intercambio de caricias. Intercambio porque, pronto, fue ella la que me tocó a mí: rostro, hombros, pecho, abdomen. …y directamente debajo de mis pantalones. Se arrodilló. Abrió la boca. Alargó la lengua. Mostró el fondo de su profunda garganta. Había dado su segunda orden. Obedecí, preso de mi propia lujuria: me bajé los pantalones, me saqué la polla y embestí. ¿Qué importaba quién fuera ella? ¿Qué importaba ...
... que no conociéramos el nombre del otro? ¿Que importancia tenía si lo que queríamos estaba claro y estábamos más que dispuestos a conceder? Abrazó mi virilidad con sus labios, sus mejillas, su paladar y el tacto suave de sus dientes. Recorrió lentamente todos los recovecos, todas las venas marcadas, hasta la última esquina de mi glande con su serpenteante lengua y, tras hacerme ver las estrellas sólo con su movimiento, hizo el vacío en su boca y chupó con fuerza. Para lo que vino justo después no encuentro palabras. En mitad de esa cada vez más oscura noche, no se escuchaban pájaros ni grillos. Lo único que notaba era el rechupeteo repetitivo y sonoro de esa extraña que me arrancaba una sensación que siempre había deseado que alguien me provocara. El frío del metal que detenía mi cuerpo de violar el de la otra no me m*****aba pues el calor de su boca y su hábil mano era más que suficiente para contentar mi cuerpo. Durante ese largo minuto, pensé en bastantes cosas: primero, en contenerme, luego, en dejarme llevar y, al final, en si debía decirle que estaba a punto de reventar. Disparé sin avisar. Si ella me dominaba sin palabras, yo le demostraría que estábamos a la misma altura. Mi lefa alcanzó el fondo de su garganta, mientras chupaba con su inusitada fuerza, y con esa misma fuerza, le volvió a salir por la nariz. Tosió un buen rato y, aún hoy en día, me arrepiento un poco de haber demostrado mi parte de dominio de esa manera. Pero la sonrisa que me dirigió después me sirvió ...