1. Mi baúl de los recuerdos (Juan un hombre maduro de 40)


    Fecha: 15/09/2017, Categorías: Gays Autor: Hansolcer, Fuente: SexoSinTabues

    Tendría 9 cuando un primo chupo mi pene por primera vez, de hecho fue él quien me enseñó cómo quitarme el virgo y dejar mi verga sin el sello de la virginidad. A los 12 se la metí a mi hermana y así empezamos una vida de encestó familiar con mis demás hermanos. Podría decir que a mi edad era alguien con alguna experiencia sexual. Lo había hecho tanto con féminas como con hombres. Bueno, hombres nomas mi hermanito y un gay al que llamaré Evaristo. Con el fue tan solo una vez, pero me gustaba penetrar culos. Cuando tenía 16 conocí a Juan, un señor dueño del billar del lugar. De unos 40 años, alguien normal diría yo. Muy amable y servicial con los que trataba. Siempre tenía una sonrisa a flor de labios. Hola chamaco – me saludaba cuando me encontraba en la calle – Qué haces? Cuando llegas a mi negocio?. Yo sonreía. Entendía que era cortesía, porque sabía que a los billares no dejaban entrar a menores. Un día que pase vi que el billar estaba vacío de clientes, tan solo Juan haciendo aseo de su negocio. Era medio día, me vio y sonrío como era su costumbre. Hoy si vas a entrar? – me dijo con su característica amabilidad de siempre. Y cómo si quisiera ahuyentar mis dudas me coloco el brazo sobre el hombro. Y ahí estaba yo adentro de su negocio. - Siéntate. Quieres algo de tomar? Quieres jugar? O que quieres? No supe qué decir. Asentí que si y el muy atento me sirvió un refresco. Era de buen hablar y minutos más tarde me contaba de todo y nada, trivialidades. De su negocio, el ...
    ... clima. Que por cierto hacía un calor del demonio. - Que grandes tus manos – dijo – Sonreí. No venía al caso. - Dicen que los hombres con manos largas la tienen grande – siguió casi filosofando – Me quedaba claro. Juan estaba insinuando que yo tenía una verga grande, pero aún así aduje inocencia. - La tienes grande – preguntó un tanto más decidido - quizá por mi actitud pasiva. Porque en apariencia yo estaba tranquilo, aunque debajo de mis calzones algo se había despertado y ya hacía bulto en mi entrepierna. Juan sonreía, pero esta vez era diferente. Había lujuria en la expresión de su rostro. Quieres que vayamos atrás - me dijo - haciendo un leve movimiento de cabeza señalando una puerta. Adivine que era su dormitorio. Sentí su ruda mano tomando la mía para luego guiarme a la habitación que efectivamente era un dormitorio. Había una cama grande, espejo, un par de sillas y una televisión. Juan tomando la iniciativa se había sentado al borde de la cama y expectante me miraba. – Quieres que te la mame – escuché decir -. Y cómo si no necesitará respuesta desabrocho mis pantalones y dejando al aire mi fierro. Ya estaba semi erecto, grueso, listo para ser usado. – Que divina verga – lo escuché decir – antes de que engullera más de la mitad en su boca. Caliente en su interior, babosa como panocha de mujer adulta (Por un momento me recordó a la vulva de mamá). Escuchar su respiración excitada me causaba un placer morboso, sentir su garganta me hacía sentir lujuria, dominio sobre el macho. ...
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