Sexo con una madura, mi abuela
Fecha: 28/12/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Erospopuli, Fuente: CuentoRelatos
Juan entró en la casa y subió las escaleras raudamente, cuando de repente la puerta del cuarto de baño se abrió y vio a su abuela salir de allí completamente desnuda, casi tropezando con él. Su abuela era una mujer mas bien gorda y alta, sus sesenta años denotaban el paso de la edad en su prominente cuerpo. Juan no pudo evitar el mirarla ávidamente, sus ojos casi se congelaron sobre las tetas de su abuela, sus melones eran gordos y colgantes y se dejaban caer hasta su abultada barriga, las aureolas y los pezones que las coronaban, eran los más grandes que nunca él había visto.
- Oh, perdóneme, creía que estaba sola en casa. Por favor, deja de mirarme las tetas, me da vergüenza.
Mientras decía esto la abuela entró en su cuarto desnuda y se sentó en la cama. Juan la acompañó como si fuera un zombi y no paró hasta estar cerca de ella y lanzarse sobre sus melones, mientras sus manos acariciaban su inmenso y flácido trasero.
- Jovencito, está bien, veo que usted necesita relajarse. Yo le aliviaré pues si es capaz de excitarse con esta gorda vieja, es que usted necesita desahogarse y su abuelita le va ayudar, pero por favor, guarde silencio sobre esto. Ahora cálmate y ponte de pié. Voy a ver tus cositas, ahora te bajo los pantalones... vaya paquete, y ahora los calzoncillos... Dios mío, que veo... Tienes una picha enorme y tus pelotas son grandes y muy cargadas, uhhh...
Juan sintió verdadero placer cuando su abuela le acarició el escroto y le ahuecaba suavemente los ...
... testículos. Ella le estaba haciendo una paja sabia y delicada pues sabía que de agitar su mano, su nieto se correría en un santiamén.
Las manos de Juan volvieron a caer entonces sobre los melones de su abuela, cogió sus enormes pezones correosos con los pulgares e índices y vio como se le ponían duros, entonces le pidió que si le dejaba mamar sus enormes tetazas. Por respuesta ella le atrajo sobre sí y le dijo que le iba a ofrecer sus tetas y chumino como regalo a su nietecito. Se las mamó por un buen rato mientras su abuela suspiraba de gusto.
De pronto, su abuela le dijo que quizás debería dejar descansar sus tetas por un rato, ya que ella tenía una idea mejor. Se tumbó sobre la cama y abrió sus piernas haciéndole mirar.
Juan sentado junto a su abuela, vio como ella abría sus muslazos para mostrarle los labios exteriores visibles de su chumino. Observó como ella se abría el chocho con sus dedos para enseñarle toda la gruta rosada, toda su vulva gorda y tupida de pelos negros. Juan se asustó pero con un hilo de voz la dijo:
-Qué bonito coño que tienes, abuela.
Ella se puso sería y le dijo:
-Déjate de rodeos y ven a probar el sabor de una hembra caliente, méteme la lengua aquí -dijo señalando su sexo.
Juan saltó como un tigre hacia esa gruta gorda, peluda y caliente que se estaba mojando al instante, mientras paseaba su lengua desde el clítoris hasta sus profundidades. Juan no lo sabía, pero aquella pepita iba a ser la más gorda y larga que podría contemplar ...