Pefil bajo
Fecha: 15/09/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... profesional del personal.
La lámpara del corredor está encendida, es luz suficiente para transformar aquel depósito en un excelente nido de amor para esta pareja de amantes.
La blusa de Lidia cae al suelo al igual que su brasier, Pepe no se cansa de mamar y de arremeter con aquella saeta el vientre de Lidia; ella desabrocha el pantalón de Pepe y él hace lo mismo con el pantalón de ella. Finalmente lo consiguen, ambos quedan solo con ropa interior y se toman un respiro.
La verga de Pepe está totalmente erecta, su pequeña trusa se asemeja a la carpa de un circo sufriendo los estragos de una llovizna hecha de la abundancia de líbido, la roza suavemente contra el húmedo bikini de Lidia; la sensación que provoca conectar la humedad de ambos es indescriptible, Lidia suspira teniendo aquel bulto entre sus piernas, una leve sonrisa aflora en sus labios y entonces ella termina de olvidarse del mundo exterior.
Aquella pareja de amantes se devoran irracionalmente bajo el umbral de aquel refugio, el sonido que provoca el desenfreno de sus lenguas entre tanta saliva es enervante.
Pepe desliza sus manos sobre las caderas de Lidia, coloca sus dedos bajo la banda elástica del bikini y juega con él, aquel duro falo entre sus piernas sigue provocando el éxtasis en Lidia; la prenda íntima de Lidia empieza a deslizarse, ella a su vez coloca su mano bajo las entrepiernas de Pepe, siente dos bolas que se contraen al sentir sus caricias y esa sensación la excita aún más.
Pepe ...
... lame la parte baja de los senos de Lidia y al mismo tiempo, termina de desvestir a Lidia halando suavemente de su bikini.
Entonces mordisquea las costillas de Lidia, mientras ella le acaricia su cabello; la lengua de Pepe se detiene un momento en el ombligo de ella, pero solo para retomar su ataque, acometiendo con lengüetazos el vientre de su amante.
Aquella lengua de desliza con rumbo al sur y no se detiene hasta tener muy de cerca los labios mayores, lubricados por un abundante fluido viscoso, el pubis de Lidia está desprovisto de vello por la rasurada de la noche anterior.
Pepe llega hasta allí, dibuja círculos alrededor de esa apetecible ostra, se dirige al botoncito que estuvo escondido entre los labios menores, pero que ahora hinchado por la excitación, es imposible que siga oculto; lo mordisquea, lo lame, absorbe aquel elixir del que está untado, eso incrementa el placer de Lidia pues el ruido que provoca aquel lambetazo es de lo más lujurioso.
Pepe divisa las toallas que se encuentran en uno de los estantes y los acomoda sobre uno de los embalajes que hay en el almacén; entre embate y embate, dirige a Lidia sobre aquella improvisada litera, ella no se resiste pues en esos momentos solo razona con sus entrepiernas.
Mientras la lengua de Pepe, aun sobre el vientre de aquella gatita, hace un veloz recorrido de regreso en dirección norte, sus manos ayudan a Lidia a recostarse sobre las toallas; el espectáculo es bellísimo, los labios menores de Lidia están ...