Pefil bajo
Fecha: 15/09/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... totalmente lubricados por aquella sobre sobre dosis de placer; lo que sigue es una vorágine de brutal Cunnilingus, Lidia descansa sus talones al filo del embalaje mientras sobre Pepe horada profundamente aquella almeja que tiene frente a su falo. El olor que despide aquel manantial le provoca un deleite indescriptible.
Las manos de Pepe se posan sobre los senos de Lidia, lucen erguidos; sus pezones están tan hinchados, tanto como su clítoris, entonces decide presionarlos un poquito, los pellizca con cuidado y Lidia reacciona de inmediato.
- ¡Qué delicioso, me eriza cuando haces eso!
Entonces, Pepe aumenta la presión y sin dejar de lamer la cueva de Lidia, sacude aquellas grandes tetas otro poquito más
- Así, qué rico, ¡más ¡ - demanda Lidia
Pepe tiene sus dedos índice y pulgar de ambas manos ocupados en aquel juego, ha aumentado el ritmo del vaivén de aquellos senos y los sacude como si fueran maracas en melodioso ritmo caribeño.
Pepe juega con las nalgas de Lidia, la ayuda a que ella coloque sus piernas sobre sus hombros y luego con otra ayudita más, Lidia recoge sus rodillas hacia sus senos; esa posición de pollito a la brasa deja su tímido ano a merced de la lengua de Pepe, transformada ahora en una insaciable serpiente cascabel.
Con sumo cuidado, aquel ofidio se acerca a la gruta que Lidia aloja entre sus nalgas; con su dedo índice, Pepe recoge algo de la humedad que hay en aquella concha y la desliza sensualmente hacia abajo; la yema de su dedo ...
... acaricia el ano de Lidia haciendo pequeños círculos, la deja lista para un delicioso ataque lingual.
Pepe se reclina y como un verdadero colibrí empieza a horadar en esa hermosa cueva, la cual se contrae solo por un momento, para después relajarse y rendirse ante tanto placer.
- Pepe, qué rico, hoy no tengo miedo, hoy es para ti, dice Lidia.
El sonríe y sin dejar de lamerla, estira su mano buscando su pantalón que está por el suelo, saca de allí una bolsita; Lidia tiene los ojos desorbitados por aquel anilingus y ni se da cuenta de lo que él busca.
Pepe abre el paquete y acaricia con él, las entrepiernas de Lidia.
De pronto suena el celular de Lidia, quiere reclinarse, pero Pepe no la deja, en cambio le alcanza el aparato que se encontraba en su pantalón; ella reconoce el número de la llamada entrante y palmea los nudillos e Pepe, quien solo atina a mirarla por un segundo para volver luego al festín en que se encuentra.
- ¿Aló?
Hola cariño, soy yo
- ¿Segundo? - responde nerviosamente a su marido mientras con gestos se le hace notar a Pepe
Estoy viajando en un taxi ahora y aproveché para llamarte, estoy regresando de hacer unas compras y me dirijo ahora a una vista a una planta de ensamblaje del cliente, ¡vamos a ver, que pasa!
¿Todo bien por la oficina? Te llamé al teléfono y no me respondías
- Lo que pasa es que estaba en el almacén y no me di cuenta de tu llamada
Aquel beso negro ha conseguido dilatar notoriamente el ano de Lidia, entonces ...