1. La señora alicia


    Fecha: 30/12/2019, Categorías: Intercambios Autor: Armonic, Fuente: CuentoRelatos

    Me llamo Jorge y tengo 35 años, hace un par de meses mi mujer falleció en un fatídico accidente de coche dejándome solo con mis dos hijos. Ahora es verano, en esta época solíamos ir todos a pasarlo con sus padres en la sierra, en un pueblo de 10 habitantes. Este año no me sentía con fuerzas de pasar las vacaciones allí pero decidí ir el fin de semana por mis hijos.
    
    El día era soleado, después de comer me fui a dar un paseo por los caminos que se adentraban en el monte. A medida que caminaba empecé a pensar en las mil travesuras que habíamos hecho mi mujer y yo por aquellos lugares, las miles de veces que nos pusimos a follar con el morbo de ser descubiertos.
    
    A la mente se me vino su esbelto cuerpo desnudo, los momentos en los que jugaba con sus grandes pechos, lamiendo, mordiendo y apretando sus pezones hasta dejarlos duros, podía incluso oír de nuevo sus gemidos, el placer que me daba cada vez que me hacía una mamada con su deliciosa lengua. Aquello me estaba poniendo a cien, sentía como mi polla palpitaba dura dentro de mi pantalón, unas enormes ganas de masturbarme recorrieron mi cuerpo; me di cuenta de que estaba lejos de casa, miré a los lados y por aquel camino no se veía a nadie, así que me senté en una roca cómodamente y bajé la cremallera para saciar ese deseo.
    
    Mi miembro salió deseoso, erecto, lo agarré y comencé a pajearme lentamente, no quería acabar rápido, quería disfrutar el máximo tiempo posible. Poco a poco mi excitación creció al mismo tiempo que ...
    ... sincronizaba mis movimientos con los recuerdos de como la penetraba, como disfrutaba al sentir la humedad de su sexo todo mojado por el placer.
    
    Aquellas imágenes hicieron que me emocionara, de repente me sentí incapaz de seguir y las lágrimas recorrían mis mejillas. En ese instante escuché un ruido que me sobresaltó, al levantar la cabeza vi a una mujer salir de unos arbustos, era la señora Alicia, una vecina también viuda de 55 años, se podía ver que conservaba el atractivo de su juventud pese a estar rellenita.
    
    Me levanté sonrojado y avergonzado por la situación mientras se acercaba a mí. Al llegar a mi lado pude ver en su rostro una mirada maternal y de ternura, recuerdo aún la conversación
    
    -Perdóneme, creí que estaba solo.- Le dije.
    
    -Tranquilo, perdóname tú por estar espiando. Deja que te ayude.- me respondió
    
    Sus palabras me pillaron tan de sorpresa que la dejé hacer sin decir nada. Se arrodilló, desabrochó el pantalón y me los bajó junto con mis calzoncillos.
    
    -Ahora siéntate en la roca y cierra los ojos.- dijo.
    
    Obedecí como si hubieran sido órdenes, al instante sentí como agarraba mi polla, que había perdido gran parte de su erección. Muy lentamente comenzó a masturbarme, con mucha suavidad, de arriba a abajo, era una sensación muy agradable. Casi al momento recuperé mi erección, la sentía otra vez vigorosa y dura. Ella aprovechó para incrementar el ritmo, sus manos expertas hacían que fuera más placentera aún.
    
    Noté como su otra mano me acariciaba ...
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