1. Encuentro clandestino


    Fecha: 31/12/2019, Categorías: Infidelidad Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    No es algo de lo que me arrepienta. Creo firmemente en que las oportunidades que la vida nos pone en frente deben ser bien recibidas por todos los mortales de la tierra.
    
    Me llamo Franco, tengo 26 años, soy no vidente y, hace tres años que tengo novia. Pero no voy a hablar de ella, por más que sea una parte importante de esta historia.
    
    Voy a contarles mi paso fugaz por una hembra sedienta de sexo, dispuesta a todo, con encantos a los que nadie podría resistirse.
    
    Fue en Corrientes, y la conocí medio de casualidad. Es extraño conocer a alguien de tu misma provincia a kilómetros de distancia, ya que los dos somos mendocinos.
    
    Era un encuentro de actividades de todo tipo para discapacitados, que tenía como principal objetivo la integración entre nosotros y con la sociedad.
    
    Yo fui sin acompañante, pero Exequiel, uno de los ciegos con el que yo casi no tenía trato, fue con ella como su guardiana.
    
    Se llamaba Leticia, era delgada, bajita, de pelo largo y, por supuesto vidente. Supe por ella que es morocha, que sus ojos eran marrones, que no se maquillaba mucho y, adiviné por mí mismo que no tenía demasiado busto, pero que era propietaria de una cola espectacular. Pero eso pasó más adelante.
    
    Debo decir que su perfume me excitaba a la par de su voz tierna, aguda pero con matices de pura sensualidad.
    
    Empezamos a charlar casi sin querer. Exequiel era uno de los más pequeños de nuestra delegación. Todavía iba a séptimo grado, y al parecer ella se aburría bastante ...
    ... con él. Por eso no le costó unirse a un grupito de chicas con las que salía a tomar algo, o a comer hamburguesas. Una de esas salidas yo tuve el honor de ser su invitado. Al pibe lo dejó en la habitación del hotel para que descanse.
    
    Ella parecía asombrarse de cómo me desenvolvía con la comida, los aderezos y la sal para las papas. No podía creer que fumara, que tomara cerveza, que hablara de mujeres, de tecnología, de sexo aunque de formas graciosas y de algunos programas de la tele.
    
    Ya de camino de regreso al hotel, hubo un momento en el que nos quedamos asolas. Allí me tomó de la mano, puso su cabeza en mi hombro y me dijo que yo le gustaba, que no conocía a un hombre tan divertido, agradable y comprensivo como yo. No se molestó cuando le aclaré que estaba de novio. Incluso dijo que no era celosa, y que hablaría con ella para ponerse de acuerdo en compartirme.
    
    Me dio un beso mojado en la cara con los labios abiertos, me dejó encender su cigarrillo y prefirió que nos apuremos. Me hizo reír cuando bromeó que tenía que cambiarle los pañales a Exequiel, y nos despedimos.
    
    Toda esa semana tuvimos distintos encuentros en los que solo hablábamos un poco. Ella no tenía novio, vivía sola y tenía 22 años. Al menos yo le aliviaba el malhumor de tener que cuidar al nene, que al parecer no hacía nada sin su supervisión.
    
    Pero en el micro, ya en el viaje de vuelta a Mendoza, nos sentamos juntos apenas el pibito se durmió. Ahí fue cuando me besó, me tocó la pija sobre la ropa y ...
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