1. Tatiana Cap I. Juegos lujuriosos


    Fecha: 07/01/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: dantestr, Fuente: RelatosEróticos

    ... rubia, frotándolo con su entrepierna como una perra en leva. Eso, y el evidente consentimiento de la joven, que parecía obligar a su mujer a mamarle la protuberante ubre, configuraban una escena altamente lasciva.
    
    ―Eso es, Marta, sácale toda la leche ―la animó Benito.
    
    La arenga del viejo enardeció a Tatiana, que olvidó todo recato y lo agarró de la nuca para invitarlo a continuar chupándole la teta derecha.
    
    Ahí los tenia, uno en cada ubre, succionando ávidamente. Tatiana amamantaba a sus maduros vecinos, disfrutando al tope ese momento. Debía rendir honor al sacrificio que hacían por ella; debía seguir sus indicaciones y dejar salir todo lo que sentía.
    
    ―¡AAAhhhhh!… Don Benito… Chupe… Chupe… ¡Mmmm!… Señora Marta… ¿Está… ricaaaa?… Trague… Trague… ―balbuceaba, gemía y gritaba la joven madre, en el más exultante momento de su sanación.
    
    ―Deliciosa, querida ―respondía Marta.
    
    ―Aaaahhh… Gra…cias … Uuuuuhhh… Mmmmm… Gracias…
    
    ―Riquísima, preciosa. ¡Nutre como ninguna!― confirmaba Benito.
    
    ―Sí… síiii… Nútrase… don Benito… Mmmm... Aliméntese de miiiiii…
    
    Tatiana nunca había imaginado que el deleite sexual podía llegar a esos niveles. Pedro nunca la había hecho sentir así, pero se decía que ahora que lo había probado, podría compartirlo con su marido. No tenía por qué saber cómo lo había aprendido, no tenía que conocer los detalles; sólo debía disfrutar del resultado.
    
    Sospechaba que luego se avergonzaría, pero en ese momento deseaba con locura un hombre que la ...
    ... gozara. Qué tonta había sido al apartar las manos de don Benito; seguramente su experimentado vecino usaba aquel contacto íntimo para sacarle toda la tensión, para expulsar de su cuerpo todo el dolor. Decidió que no era tarde, y, esperando que su viejo vecino no estuviera sentido con ella, cogió la regordeta mano que aún se posaba inquieta en su cintura y la puso sobre sus voluminosas nalgas. La reacción fue inmediata: la mano recorrió con salvajes apretones los glúteos de Tatiana, al unísono con el intenso masajeo con que la otra asaltaba una de las grandiosas tetas de la joven.
    
    ―AAAhhhh… Don Benito… Uuuuuuhhhhh… Siga, don Benito… y disculpe… es que… soy… tan tonta… a veces… AAAAhhhhh…
    
    ―Goza, goza, querida… Es por tu bien… ―Benito se saltó de pronto a la otra teta, y empezó a competir con la lengua de su mujer por el segundo pezón, que todavía despedía generosos chorros de leche.
    
    La contienda entre la madura pareja se extendió a sus manos. Los territorios ya no tenían dueño; dedos, palmas y bocas disputaban indiscriminadamente en ambas colinas; un lujurioso juego en un maravilloso campo de batalla.
    
    Tatiana era entusiasta testigo de lo que pasaba en sus pechos. A veces se permitía intervenir, y el cariñoso masaje en las nucas de sus vecinos se transformaba en un impulso que los dirigía hacia donde sentía más necesidad de acción.
    
    ―Ahí… Mmmmm… Ahí… señora Marta… Un poco más allá… Así… Siga… Don Benitooooo… Mmmm… Cómame por aquí… Eso es… AAAhhhhh ―aullaba la joven, ...