Una tormenta atroz y dos vecinos. La combinación perfecta III
Fecha: 16/09/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: nena-Xversa, Fuente: CuentoRelatos
Al día siguiente, en la tarde llegó su esposa con los niños. Tuvieron una convivencia familiar toda la tarde, comportamiento común de ellos hasta entrada la noche cuando ya se encontraban los dos en la habitación y los niños ya estaban dormidos en sus respetivos cuartos.
Él está rondando en la habitación un poco excitado, se quita la ropa y queda en calzoncillos, se acuesta en la cama, abraza por la espalda a su esposa, empieza a acariciar su brazo mientras le da un beso tierno en la mejilla, ella estaba vestida solo con una playerita ligera para dormir y en ropa interior de abajo. El un poquito más cachondo baja la mano para acariciar el inicio de la cintura de su mujer y sube su mano a sus pechos. Ella hace movimientos sutiles para que se detenga. El sigue insistiendo un poco, ya besando su cuello y siendo un poco más candente en sus caricias.
Comienza a excitarse y aprieta su pecho con cierta lujuria. Ella en un movimiento de desagrado lo quita y le expresa que la deje dormir. El no cede y sigue besando su cuello mientras se sube arriba de ella diciéndole al oído:
—Te extrañe mucho, princesa.
Ella seguía haciendo gestos de reprobación y se movía con más determinación para que él la dejara en paz.
El en el movimiento aprovechó para acariciarle lo senos y apretarlos lujuriosamente. Mientras comenzaba a acariciar con su pelvis, el trasero de su esposa. Ella se sentía un tanto extraña pues no era usual que se pusiera así, pero, no le desagradaba tanto, aunque ...
... si prefería descansar. Siguieron forcejeando ella abogando por su descanso y él por satisfacerse en ese momento.
Todavía un poco renuente pero el acomodó una almohada a la altura de la pelvis de ella con el fin de dejarla más elevada. Ella ya un poquito más prendida cedió un poco y el la penetró hasta el fondo, los dos comenzaron a gemir, tuvieron un sexo bastante bueno, ella se sentía bastante satisfecha, él gemía mucho, se la estaban pasando bien. Terminaron de copular, se abrazaron unos minutos y ella se quedó dormida.
Él se quedó en la misma posición y quedó un poco consternado. Si bien era un hecho que él amaba a su esposa y siempre la ha deseado (es lógico al ser una mujer tan guapa), se dio cuenta que no sintió esa efervescencia que esperaba sentir y que siempre creyó que sentía al hacer el amor con ella, pero, estaba claro que no era así. También por el hecho de haberla nombrado princesa, él rara vez la llama así. Él sabía lo que significaba eso, sin embargo, no le dio tanta importancia.
Estuvieron pasando los días y él quería tener relaciones casi diario. Cosa que a ella le resultaba un poco raro porque tenían múltiples actividades en la semana y les limitaba el tiempo.
La primera semana ella toleró bastante la calentura de su esposo y lo estuvo complaciendo, sin embargo, con el paso del tiempo se volvía más y más renuente al punto de salir enojada porque ya era mucha calentura de parte de él.
Pasaron como quince días de la vez que la vecina lo visitó. ...