1. La tetona y la moneda


    Fecha: 12/01/2020, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... suavidad me apoyó una mano en el hombro para que me volviera a sentar.
    
    - Verá lo que haremos. - dijo con calma. - Si usted me demuestra que su blusa no está a punto de estallar yo me encargaré personalmente de cambiar a mi hijo de clase. Tiene mi palabra. Si no, me confirmará que es culpa suya porque le da mal ejemplo a su hija y dejaremos las cosas estar. ¿Le parece?
    
    Me pareció una desfachatez lo que ese tipo decía pero la verdad es que me ofrecía una fácil forma de liberar a mi hija de los instintos de Carlos, aún cuando tuviera que ser a costa de demostrar la consistencia de mi vestuario. Me irritaba pero le dí una opción al director.
    
    - ¿Y cómo sería esa prueba? - le dije.
    
    - Muy fácil, yo afirmo que en su escote no cabe ni una moneda de a euro.
    
    - Ja, ja, ja. - me reí. - Eso es absurdo, por supuesto que sí.
    
    - Esa sería la prueba. Si yo le pongo la moneda y el botón de la blusa no cede, usted gana.
    
    Eso era, quería aprovechar la coyuntura para abusar de mí y tocarme los pechos. Antes de que pudiera irme se corrigió.
    
    - Yo no le tocaría, simplemente le lanzaré la moneda.
    
    Eso me tranquilizó y acepté. Acordamos las condiciones, yo no podría moverme para esquivar la moneda, la moneda tendría que entrar en mi escote, si el botón saltaba, el ganaba, si se mantenía, lo haría yo.
    
    Todo esto había provocado que me excitara un poco. La inocencia del juego había apartado mis molestias iniciales. Estaba claro que el director sólo quería un juego erótico y ...
    ... eso me gustaba. Llevábamos unos minutos hablando de mis pechos, de lo firmes que se veían en la blusa. No podía controlar que mis pezones se pusieran firmes y que esa dureza se trasparentara a través de la fina tela del sostén y la blusa.
    
    Me preparé. El director lanzó una moneda. No pude evitar moverme un poco ante la inminencia del choque del metal con mi pecho. La moneda rebotó y cayó al suelo justo al lado de mis piernas. No me atreví a agacharme a cogerla. Tanto hablar de mi blusa y mis pechos y tenía miedo de que si me agachaba estos se salieran de su sitio. Tampoco quería que el profesor se agachara en un lugar tan comprometido para mi así que deslicé mi pierna derecha y la tapé con el tacón.
    
    - ¿Me da la moneda para que la lance de nuevo?
    
    - No la veo en el suelo, lo siento. Tome otra. - mentí.
    
    - Convendrá en que ha sido culpa suya. No debe moverse o habrá que suspender la prueba. - dijo con seriedad.
    
    - Perdone, tendré más cuidado.
    
    - Mire, lanzo otra pero ponga las manos detrás.
    
    Así lo hice. Me quedé sentada en la silla, con un pie sobre la anterior moneda de un euro y con las manos atrás, entrelazadas. La postura me resultaba enormemente sensual. Era una exposición total de mis pechos, a los ojos de ese hombre. El juego era tan inocente como sus intenciones y eso me provocaba una mayor excitación. Me gustaba pensar cómo tenía que apuntar la moneda mirando fijamente mis enormes tetas e imaginándoselas a través de la tenue tela de la blusa.
    
    De nuevo ...
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