1. Nietas alzadas


    Fecha: 16/01/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... probar su vagina fragante y peludita, y creo que por la presión de sus manos a mi cabeza para que la succione mejor, más mi emoción sexual y los vinos eclipsando mis neuronas me hice pis.
    
    Cuando se lo dije me comió la boca sin dejarme respirar, apretándome contra la pared realizando un movimiento pélvico junto a mí, como si me estuviese cogiendo. Pero apenas me bajó el jean, el abuelo Antonio abre la puerta de su dormitorio y nos ve. Ninguna recordó jamás que él se había tirado un ratito para aguantarse el resto de la noche, o tal vez ni nos importaba.
    
    Su cara de felicidad cuando Euge revoleó su corpiño para franelearnos las lolas nos animó, aunque yo tenía mucha vergüenza.
    
    Ella le besó el pecho manoteándole la verga sobre su short diciendo:
    
    ¡No sabés lo alzada que estamos abu!
    
    Y enseguida regresó a mí para devorarme a chupones, para que él se pajee mostrándonos que a sus 57 pirulos se le paraba como a un adolescente. ¡Y qué pedazo tenía!
    
    Pronto Euge me sacó la bombacha hiper mojada, y mientras se nutría de todo lo que ardía entre mis piernas decía:
    
    ¡abu, tu nieta se hace pichí encima todavía, mirá cómo le chupo el culo y la conchita, te gusta mirarla asquerosito?, siempre te gustó el orto de esta puta!, te calientan tus nietas eh!
    
    Durante ese instante ella deslizó su lengua en mi sexo de lado a lado como un pincel, coloreando con su fuego y sus arremetidas a mi calentura inédita. Pero cuando lamió mi culito pensé que podía desvanecerme!
    
    Escuchamos ...
    ... al abu entredecir lamiendo mi calzón: ¡son dos pendejas cochinas!
    
    En cuanto Euge se metió su pija en la boca él recreó una serie de movimientos como si buscara desvirgarle la garganta, mientras yo me le refregaba toda, le ponía una teta en la cara y le tapaba los ojos.
    
    Luego se la mamamos entre las dos, hasta que ella hizo gárgaras con su leche tras una especie de sopapa entre sus labios pintados y la cabecita hinchada del vieji, y yo le cuchareaba sus bolas generosas, pesadas y suaves.
    
    Nos llevó a su pieza, se sentó en la cama y a nosotras a upa en su falda, una en cada una de sus piernas temblorosas para pedirnos que nos besemos y nos toquemos gimiendo. Cuando su verga recobró una nueva y formidable erección me arrodillé en la alfombrita para pajearlo mientras ella le comía la boca y él eventualmente las gomas a Euge escupiéndoselas, intentando hundirle un dedo en el culo, diciéndole que es una puta barata como su madre, dando bocanadas de aire para recuperar el aliento y dándole la mejor versión de su pija a mi sed de petera.
    
    Hasta que Antonio me tumbó en la cama, abrió mis piernas y refregó enfermamente su rostro afeitado y añejo en mi argolla, además de penetrarla con un dedito como a mi cola, el que le hacía lamer a Euge, a quien yo le deglutía la fresa cuando sus nalguitas contra mis tetas se incineraban por los chirlitos del abuelo al estar semi sentada.
    
    Luego él exclamó: ¡qué rica concha nena!, y se ubicó entre mis piernas vencidas para fundir su carne ...