1. Mi adolescencia: Capítulo 40


    Fecha: 23/01/2020, Categorías: Incesto Autor: Adolescente, Fuente: CuentoRelatos

    ... llevaba. A una velocidad asombrosa me volví a poner los pantys y salí frenéticamente del cuarto de baño con el tanga escondido en mi puño cerrado. Por fin estaba hecho, solo quería dárselo de una vez a Iñigo y acabar cuanto antes con esto. Era como si me quemara la mano el tenerlo ahí escondido, lo estaba pasando francamente mal y quería que lo tuviese Iñigo de una vez. Por lo que accedí a él, le miré a los ojos, no dije nada, y al cogerle la mano se lo pasé, como si estuviese pasando droga o algo así, estaba muerta de miedo. Él, en cambio, estaba muy tranquilo, y de forma natural se lo metió en el bolsillo de su pantalón y me sonrió. Acto seguido volvió a la charla con sus amigos. Estaba seguro que nadie nos vio, pero aun así me sentí muy agobiada. Por lo que me obligué a volver al grupo de mis amigas y a charlar sobre cualquier tema que me quitase esos nervios de encima.
    
    Si pensaba que el juego morboso de estar sin tanga esa noche ya se había acabado estaba muy equivocada, pues Iñigo me tenía preparada una sorpresa impresionante que casi hace que de una taquicardia. Porque en un momento dado me cogió de la mano y me dijo: ...
    ... “venga, que vamos a saludar un rato a Santi”. Santi era el amigo de Iñigo que ponía los CDs de música en el bar. Eran muy amigos desde siempre y más de una vez Iñigo se metía en el cuartito con él a poner él mismo música. Entramos en el cuartito, lo cual era un agobio, primero porque Santi fumaba y no había ni una sola ventana en ese cuartito, y segundo porque era pequeñísimo, apenas podíamos caber los tres allí, era poco más de un metro cuadrado, es decir, una estrechez brutal. Pero vamos, a estos dos ni el humo ni el poco espacio les agobiaba porque enseguida se pusieron a charlar de sus cosas. Yo me sentí un poco fuera de lugar e incómoda, no entendía porque motivo tenía que estar yo allí aburriéndome y agobiándome en ese cuchitril que parecía un zulo de lo pequeñísimo que era. Muy pronto descubrí cuáles eran las intenciones de Iñigo, pues le comentó a Santi: “¿Me dejas que ponga un par de canciones?”. No había nada de raro en ello, lo había hecho muchas veces antes, por lo que Santi accedió y dijo: “Vale, así aprovecho para desintoxicarme un poco y tomarme algo”. Y Salió del minúsculo cuartito en el que apenas cabíamos los tres. 
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