1. UNA YEGUA PARA MI SEMENTAL


    Fecha: 24/01/2020, Categorías: Gays Autor: MonsterGuy, Fuente: SexoSinTabues

    ... a una especie de hipódromo junto al cual Miguel estacionó la camioneta. —Espérame aquí —me pidió. Miguel salió de la camioneta y se desvaneció en la oscuridad de la noche que comenzaba a caer. Mientras esperaba a Miguel, recorrí con la mirada el lugar en el que me encontraba e inspeccioné unas pequeñas celdas en las que se encontraban los caballos. Sin querer, me percaté del apareamiento de una yegua y un caballo, pero lejos de apartar la mirada, no pude evitar admirar la sumisión de la hembra blanca ante su enorme semental de pelaje negro, quien estaba descargando todo su potencial sobre ella. Miguel regresó a la camioneta y la cerró de un portazo, apartándome de la morbosa curiosidad hacia la pareja de animales. Miguel llevaba en sus manos una maleta negra que colocó entre nosotros dos. —Sabía que era de nuestra talla —comentó Miguel y yo ni siquiera sabía a qué se refería. —¿De qué hablas? —Le pregunté. —El hijo del señor. Miguel abrió la maleta y un mar de ropajes comenzó a derramarse de ella. Alcancé a ver unos sobreros vaqueros, unas botas puntiagudas, unos pañuelos rojos y algunas prendas aterciopeladas que no lograba distinguir. Ante mi incertidumbre, Miguel comenzó a sacar unas cuantas prendas de la maleta y me dejó con el resto. —Ponte lo que está en la maleta —me ordenó—. «Sólo» lo que está en la maleta. Intrigado, lo miré a la cara y ese destello de excitación en sus ojos me lo explicó todo. —Vamos —me apresuró. Ambos salimos de la camioneta y comenzamos a ...
    ... desnudarnos ahí mismo, al aire libre. Nervioso, miraba a todo el alrededor en busca de algún mirón curioso pero, para nuestra suerte, no encontré nada más que un terreno desierto. Cuando terminé de desnudarme, el viento frío comenzó a cortarme la piel desnuda, así que tomé la ropa que me dio Miguel y al fin descubrí lo que eran esas prendas aterciopeladas: unas chaparreras. Las levanté frente a mí y analicé aquella especie de pantalón que únicamente cubría los lados externos de las piernas y las pantorrillas, pero que dejaban expuesta toda la ingle, desde las nalgas hasta el miembro viril. Me vestí las chaparreras y se sentía com llevar un par de pantalones comunes y corrientes, con la notable excepción de que dejaban la piel blanca de mis nalgas y mi miembro, ahora erecto, expuestos al viento. Me calcé unas botas blancas que acababan en punta y que hacían juego con el terciopelo blanco de las chaparreras. Tomé un pañuelo rojo que había entre las prendas y me lo amarré al cuello, me puse el sombrero en la cabeza y me dispuse a encontrarme con mi macho. Miguel y yo terminamos de vestirnos al mismo tiempo y caminamos hasta encontrarnos en el frente de la camioneta. Los tacones de nuestras botas producían un ruido como el de los caballos cuando pisaban la tierra del suelo. Frente a frente, aprovechamos unos escasos segundos para mirarnos con lujuria: Miguel iba vestido exactamente como yo, con la ligera diferencia de que sus chaparreras y sus botas eran de un negro penetrante; su ...
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