1. Otra llamada de B


    Fecha: 19/09/2017, Categorías: Gays Autor: pablodf1977, Fuente: CuentoRelatos

    ... sus pezones con más fuerza. En este punto, su teléfono no dejaba de sonar, entonces decidí descansar un momento, lo que aprovechó para pedirme permiso de contestar, a o que accedí moviendo la cabeza y me respondió diciéndome que era su esposo, que la junta ya estaba a punto de terminar y que en un momento más, se iría a su casa. Luego, ella regresó y pidió disculpas por el momento mientras se subía a la cama, donde ya estaba acostado y al momento, le dije “no me importa, perra, súbete a mi verga” mientras me la señalaba y me respondió “sí, amo”, al tiempo que lo hacía.
    
    Entonces, la agarré de sus senos y apretándoselos, empecé a moverla de arriba abajo para que se cogiera por sí misma mientras ella sólo cerraba los ojos y gemía hasta que en poco tiempo, gritó que se venía de nuevo y se acostó sobre mí; en ese momento, le agarré sus nalgas y continué cogiéndomela hasta que, pasados unos minutos, le indiqué “voltéate y cógete con mi verga, perra” y me respondió agitada “sí, amo”. Mientras se movía, aprovechaba para nalguearla y ella sólo daba algunos pequeños gemidos y cuando decidí que era suficiente, me levanté, me senté en un sofá y le ordené “ven aquí, en ...
    ... cuatro patas, perra”. Al momento, ella se levantó, se puso en cuatro y se me acercó despacio, luego la jalé del cabello y sin decirle más, la puse a lamerme los huevos, después le levanté la cara y le ordené “vas a mamarme la verga hasta que te tragues mi leche, perra”.
    
    A continuación, la tomé de la cabeza y empecé a cogérmela por la boca, luego la soltaba y ella sola continuaba con el mismo ritmo, después volvía a tomarla del cabello y le marcaba un ritmo más lento y de nuevo, más rápido. Llegó el momento cuando sentí que iba a terminar, así que le agarré su cabeza con las dos manos e incrementé el ritmo hasta que empecé a venirme sin soltarla hasta que, con mucho trabajo, ella terminó por tragarse todo; cuando la solté, le dije “alza la cara y abre el hocico, perra”. Enseguida, ella lo hizo y me mostró que se había tragado hasta la última gota, luego la levanté y la llevé a la regadera; mientras nos bañábamos, me platicaba que su esposo ya no la tocaba y que ella siempre se quedaba con las ganas; cuando terminamos, nos vestimos y la acompañé a la entrada de la estación del Metro.
    
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