Esther: secuestrada por primera vez a los trece años
Fecha: 19/09/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... mejores pajas. No pensaba en tener sexo con ella ni mucho menos; para mí seguía siendo una niña, pero me causaba extraño placer imaginar ese cuerpo y en especial ese culito en desarrollo como se comportaría en un acto sexual tal cual fuera una hembra adulta o un poco más mayorcita: pero sus piernas y sus nalgas sabrositas, suaves y lisas si me hacían endurecer siempre que la veía y aproveché cada ocasión que se ofrecía para darle una buena nalgada o apretarle al menos una, bajo el pretexto de que era "cariño de hermanos". Jugábamos frecuentemente a los "policías y ladrones" donde invariablemente ella jugaba el papel de la chica en apuros y aunque no había tenido la oportunidad de atarla realmente, solo hacíamos la simulación, el simple hecho de que ella ponía sus manos hacia atrás simulando estar atada y cerrar completamente la boca para hacer mmmpppfff's (eso ya era iniciativa de ella, pues como ella decía "una chica secuestrada siempre debe estar amordazada", algo que aprendió de la televisión) me hizo empezar a verla más sexy y de otra manera. No fui el único. Con nosotros en la familia vivía un tío, al que nuestros padres habían dado asilo temporal en casa luego de haber llevado una vida de calle, producto de su vicio al alcohol y sustancias adictivas y recurrentes estancias en prisión por robo, asalto, etc. Era un hombre de costumbres raras: huraño, desconfiado, que aún solía salir de casa para buscar diversión nocturna en bares y prostíbulos y que hasta el momento no ...
... había conseguido un empleo. Sin embargo, los papás decidieron mantenerlo en casa a razón de que, como constantemente salían en viajes de trabajo, pues era el adulto "responsable" de la seguridad y estabilidad tanto mia como de Esther. O al menos eso se suponía. Quizás nadie lo noto nunca, pero cuando Esther empezó a madurar físicamente, este tío (el tío Pepe) fue el primero en empezar a fijar su atención en ella. Noté como empezaba a mirarla (igual que yo, siempre mirándole el culo) y siempre que podía bajo cualquier pretexto, la abrazaba y acariciaba en gestos de "amor fraternal". Caricias y sobadas que siempre se acercaban peligrosamente a los pechos, la boca y principalmente, las nalguitas de mi hermana, que era lo más sobresaliente en su cuerpo de adolescente. Un día de tantos, que no había nadie en casa (Esther estaba en la escuela) sorprendí al tío Pepe masturbándose en el cuarto de Esther y más aún: consigo mismo traía una pantaletita de ella que era con la que se frotaba el miembro. No manches Pepe que haces??? Le pregunté entre asombrado y molesto, pues aún no me acostumbraba del todo a que vieran a mi hermana con morbosidad o que despertara lascivia a los hombres. Nada, nada. Respondió, entre sonrojado pero más bien molesto por la abrupta interrupción. Además tú qué te metes no lo comprenderias. Sólo me reí y me fui. Al fin y al cabo, una paja no se le negaba a nadie, y dado que Pepe luego se mostraba "chido" y buena onda conmigo, al prestarme sus revistas y videos ...