Primer relato sobre mí
Fecha: 04/02/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: elalcalde, Fuente: CuentoRelatos
Empecé en el sexo de pago a eso de los 28 años, después de una relación fracasada y una operación que me había dejado con 27 kilos de más.
No me era fácil tener relaciones, estaba muy desengañado y el sexo de pago era una salida cómoda.
Empecé a frecuentar algunas casas de citas: en la calle Princesa, 3; en la zona de Malasaña, en la zona de Serrano… No me gustaba el sexo callejero y, como tenía un poco de dinero mensual, prefería la comodidad.
Era una época en la que no existía aún un Internet que te ayudara y los anuncios se buscaban en los periódicos, principalmente el País, el ABC o Diario 16.
Las casas de citas te permitían, en general, poder ver antes a las chicas.
Empecé con las sesiones normales. De vez en cuando, alguna me ofrecía un griego por una cantidad adicional. Probé por primera vez el follar un culo y me gustó. Y me gustó tanto que me fui aficionando.
El problema era que hacer el griego encarecía bastante la sesión y que no todas lo querían hacer.
Fue en un viaje a Bilbao cuando me ofrecieron un masaje. La novedad es que utilizaron un vibrador de los que acaban en una pelota redonda.
Me lo pasaron por el cuello, por la espalda, por los pies, por las piernas… cuando subía por los muslos, la chica hizo un comentario sobre si me estaba excitando mucho por allí. Era verdad.
Viendo los efectos, siguió y me lo pasó por el culo; me corrí como un adolescente.
Fue cuando descubrí lo sensible que era mi culo en el sexo.
—Te excita ...
... demasiado. Deberías probar a que te meta un consolador…
Me lo metieron en un viaje a Barcelona, en la calle Daribau. Se supone que el consolador era para la chica, pero empezó a darme el masaje, se dio cuenta de la excitación cuando me apretaba el culo, dejó deslizar sus dedos por mi agujero, metió un poco de uno de ellos y me convenció de que probase.
El dildo lo descubrí en la calle Ruiz, en un segundo piso. Pedí una chica con juguetes y vino una morena bastante guapa con un vestido negro hasta los pies y un buen escote. Traía en la mano los juguetes y me los enseñó para que eligiese el tamaño a usar. Cuando seleccioné uno me sonrió y me dijo que tal vez estaría mejor con un dildo. Pregunté qué era. La dije de probar.
Salió y volvió sin nada en las manos, pero con un bulto en su entrepierna. Me avisó.
—¿Estás seguro? Dicen que el que lo prueba se engancha…
Probé y me encantó ver en el espejo de la habitación cómo me penetraba.
Volví dos veces más, pero el servicio era caro…
Internet ya estaba en el mundo y en mi casa. Allí descubrí el mundo de los travestis, por donde estaban… Iba con mi coche por el jardín del museo de Ciencias, por las calles de alrededor, por la calle Jenner… A veces me gustaba alguna que estaba por allí. Por fin me decidí y empecé a subirlas al coche y a contratar una mamada. Luego me atreví a hacer un completo con alguna. Era un griego completo, pero mucho más barato. El problema era que algunas estaban en condiciones penosas por la ...