Primer relato sobre mí
Fecha: 04/02/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: elalcalde, Fuente: CuentoRelatos
... droga.
Así que empecé a navegar por Internet para buscar casas, de grupo o particulares.
Probé con varias. Las que estaban en casas solían ser más guapas que las que hacían la calle y tenían mejor apariencia. Y seguían siendo baratas.
Empecé a descubrir nombres propios: Sabrina, Francheska, Marcela… Y empecé a llevar un diario.
Sabrina, en el paseo de la Habana 82, era la más repetida. Y fue la que me penetró por primera vez.
Seguía yendo con mujeres bio como activo y como pasivo de sus dildos, pero pronto dejé de pedir dildos: prefería ir con travestis.
El paso definitivo fue con Roberta Rodriguez, en la calle América. Me lo hizo tan bien que me convertí en travestero.
La lista de nombres, en tantos años, ha sido larga. Todas han ido quedando recogidas en mi diario, con indicación de si me habían penetrado o no.
En julio de 2014 se produce un giro en mi vida. En el metro, en uno de esos vagones donde nos agolpamos de forma masiva, alguien se aprieta por detrás contra mi culo, me demuestra inequívocamente sus intenciones y me suelta en la oreja un “Sígueme” que obedezco como un autómata. Es un obrero del metro. Me mete en una de esas habitaciones, cierra la puerta y, por primera vez en mi vida, un hombre me posee.
Paso algunos días de zozobra, pero él vuelve y vuelve. Convivimos ...
... durante algo más de un año. Me hace su pareja y adopta el rol de macho, haciéndome adoptar el de hembra. Me regala lencería que me obliga a usar en casa. Me vuelve loco con su sexo diario. Me vuelvo totalmente pasivo.
Con tanto sexo en casa, abandono totalmente el sexo de pago.
Por desgracia, las cosas no siempre son perfectas. En diciembre, con las fiestas y el alcohol, me posee delante de sus amigos. En Reyes, me dice que se la chupe a uno de sus amigos mientras él me posee. El problema es que ese morbo le gusta, pero a mí también. A las dos semanas, su amigo me posee de vez en cuando y me voy metiendo en una espiral de sexo. Un vecino de unos setenta y tantos me mete mano en el ascensor mientras me dice que se me escucha muy bien cuando hago sexo. Le ofrezco mi culo.
Cuando se cumple algo más de un año del episodio del metro, mi hombre tiene un accidente laboral que le deja con la cabeza perdida. Su familia se lo lleva a una residencia mental. La historia se acaba.
Vuelvo al sexo de pago. Vuelvo con travestis, pero, de vez en cuando, me aventuro por lugares de sexo masculino. Conozco a dos negros que me obsequian con sus servicios profesionales.
Ahora mantengo una equidistancia entre travestis y machos.
Pero cada vez hay menos travestis que me atraigan y más hombres que me hacen sentirme lleno.