1. Confesión de un infiel


    Fecha: 22/02/2020, Categorías: Gays Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... cubiertos con los ingresos.
    
    Me dieron las llaves y lo primero que hice fue amueblar el dormitorio y los dos baños del quinto piso, lo mínimo en la cocina y salón. Tardé más de dos semanas en dejar todo preparado.
    
    Por fin, con todo listo, me decidí a hacerle la proposición a María, la mujer del portero, y aproveché el día que mi mujer tenía que ir al médico. Me presenté en casa dispuesto a todo, sabiendo que estaría sola, pero me llevé una sorpresa cuando me encontré con Susana, la hija de la portera, haciendo las tareas de su madre.
    
    Su madre se había torcido un tobillo y la había mandado a ella para sustituirla hasta que se pudiese mover bien. Intenté que no se me notase el cabreo y me fui, deseándole que su madre se restableciese pronto.
    
    A partir de ese momento, las discusiones con mi mujer fueron en aumento. Yo le argumentaba que después de más de siete meses, el feto no solamente se habría fijado bien sino que ya estaba totalmente formado y que podríamos volver a follar. Ella insistía en el consejo del médico y así un día y otro día.
    
    Para mayor infortunio, la muchacha aprovechaba cuando estaba en casa para hacer limpieza de la parte alta de los armarios, pidiéndome que le sujetase la escalera, rozando su cuerpo con el mío o enseñando los muslos hasta el principio de las bragas, aprovechando que al subir los brazos, también se le subía la escueta bata que llevaba. O se ponía a fregar el suelo arrodillada y moviendo el culo ante mí y enseñando muslo... Eran ...
    ... momentos insoportables.
    
    Hay que tener en cuenta que, en aquella época, las mujeres que se consideraban modernas e iban a la moda, llevaban las faldas cortas hasta cinco centímetros por encima de la rodilla. Y de tangas… Nada de nada. Unas enormes bragas que ahora llamamos “de cuello alto”.
    
    De nuevo hizo una visita al médico y volvió diciendo que había tenido pérdidas y que tenía que guardar más reposo y nada de sexo. Yo no me lo creía y quería ir con ella a otro médico, cosa a la que ella se negaba porque el suyo pertenecía a su organización cristiana y era de confianza.
    
    Nuestras discusiones eran casi diarias, y siempre por el mismo tema. Me había acostumbrado a ir a casa a media mañana. Al principio a follar y comer algo, luego era a comer algo solamente y como mucho, discutir. De todo esto era consciente la muchacha.
    
    Un día, estaba comiendo algo de embutido acompañado de un vaso de vino, cuando se acercó Susana para ofrecerme un trozo de tarta que había preparado y un café.
    
    -No, gracias Susana, últimamente no hago mucho ejercicio y me temo que me voy a engordar mucho. Pero si te agradecería que me trajeses una pieza de fruta.
    
    -Don Roberto, ya sabe usted que estoy aquí para todo lo que necesite. Absolutamente para todo.
    
    -Gracias Susana. Eres muy servicial. Tus padres estarán muy orgullosos de ti.
    
    -Sí que lo están, Don Roberto, pero no me supone esfuerzo, estoy a su disposición para todo lo que quiera. –Volvió a repetir.
    
    No me di cuenta de la posible ...
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