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Confesión de un infiel
Fecha: 22/02/2020, Categorías: Gays Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
... doble intención de sus palabras hasta que se fue a buscar la fruta. Cuando volvió, le pregunté la edad: -Cumplí 18 años el día que entré a sustituir a mi madre por primera vez. No dije más y me fui a trabajar, pero pensando en sus palabras y la situación de dos meses atrás en el baño. Por segunda vez en el día, compré un periódico para taparme la erección y que no se notase al entrar en la oficina. Me encerré en el despacho y seguí dándole vueltas hasta que tomé una decisión. La siguiente vez que mi mujer se iba al médico, o eso decía, porque siempre venía con nuevas compras, retrasé la visita de media mañana. Cuando llegué, mi esposa se iba al médico y Susana iba a salir a comprar. La muchacha quiso quedarse a prepararme algo, pero la envié a comprar. Me hice algo de comer y luego monté el escenario. Manché unos pañuelos de papel con una mezcla de leche y harina, limpiando todo bien. Me senté en un sillón, con los pantalones y calzoncillos en los pies, los pañuelos en el suelo, la caja junto a mí, en la mesita y una revista erótica abierta por el poster central sobre mi pecho. En aquel entonces solamente había películas en 8 y super 8 mm. No existía el vídeo ni el dvd. Tenía escondida alguna pornográfica en super 8, pero había que montar mucha parafernalia y no quería perder tiempo. No tardé mucho en oír la puerta de la calle y me hice el dormido. Sentí cómo se acercaba al salón y observaba todo desde la puerta. Se fue a cambiar de ropa y volvió a mi lado, ...
... sacudiéndome ligeramente por el hombro, al tiempo que decía -Don Roberto, despierte. Despierte Don Roberto. Abrí los ojos e hice como que estaba atontado y no sabía lo que pasaba. -¡Eh! ¿Qué pasa? -Se ha quedado dormido, Don Roberto. Entonces hice como que me daba cuenta de la situación: -Dios mío, que bochorno. Ahora mismo recojo todo esto. Perdóname, no quería ofenderte. -No me ofende, Don Roberto. –Dijo rápidamente al tiempo que ponía una mano en mi pecho y se arrodillaba ante mí- Y no se preocupe, que ahora lo recojo todo yo. Mi polla se había puesto en un estado de casi erección total, descansando sobre mi vientre. Tomó un par de pañuelos y me dijo. -¿Me permite…? Todavía no sabía para qué, pero le di permiso. Entonces tomó con una mano mi polla y se puso a limpiarla con los pañuelos de los restos de mi inexistente corrida. Al notarla seca, pasó la lengua recorriendo toda su longitud y circunferencia, dejándola no solamente húmeda, sino totalmente erecta y dura. No dijo nada, pero debió de notar que no sabía a restos finales de una corrida, sino más bien como a los preludios. Pasó los pañuelos por ella, volviendo a humedecerla y secarla varias veces, dejándome en un estado próximo al orgasmo. Por la punta empezó a salir líquido preseminal. Lo miró y pasó la lengua por él. Lo saboreó un momento, me miró y se metió el glande en la boca. Un retazo de conciencia me hizo levantar las manos para separarla, pero fue cosa de un instante. Ahora ...