1. El polvo de mi vida


    Fecha: 23/02/2020, Categorías: Incesto Autor: M a r a, Fuente: CuentoRelatos

    ... cola de cojones, está vacío. Perfecto, un poco de intimidad para bajarme el calentón... preciado regalo. Allí sola, frente al espejo, me observé con mucha atención. Definitivamente esa noche tenía dos yo, mi persona real y su completa desconocida. Era como un ángel que reflejara al mismo Satanás. Me llené las manos de agua y me la eché en la cara desesperadamente, intentando borrar a la que no debía estar ahí, apagar el fuego que esa intrusa desprendía en mí...
    
    Mi cara no estaba nada mal, dado que no me había preparado para la ocasión. Todo surgió improvisadamente. Pero estaba, como se suele decir, potable. Morenita por el sol, ojos verdes, labios carnosos, cabello moreno y rizado... A los tíos les solía gustar bastante. Eso se nota en sus miradas. Mi cuerpo tampoco estaba nada mal, pechos grandes y firmes, delgada pero con curvas y carne donde coger. Quizás podría ser más alta. Pero no había nada que unos buenos tacones no pudieran arreglar. En ese momento llevaba sandalias de cuña, por lo que no enseñaba mi estatura. Buena forma de engañar un poco a la realidad.
    
    De repente se abrió la puerta. Joder, con lo tranquila que estaba, ya se me había acabado el rollo. Mucho había durado mi soledad. Oh, oh, era él? Sí, indudablemente lo era, y se acercaba a mí con cautela, sin saber qué hacer realmente, sin saber qué haría yo. Simplemente me cogió la mano, y me sacó del baño. No mediamos palabra. Yo me dejé llevar.
    
    Pasamos a través de una puerta negra que daba a una ...
    ... sala de estar muy chic, con su mesa de despacho, en la que había un portarretrato con una foto de él, guapísimo, debería ser delito... Deduje entonces que no era un simple camarero. Encargado quizás? O el dueño? Simples conjeturas sin importancia. Había un gran sofá rojo, parecía tan confortable como una cama. Los suelos eran de madera, las paredes blancas. Decoración minimalista. Debía estar muy bien insonorizado, puesto que no se escuchaba ni rastro de música.
    
    Al entrar, echó la llave y la puso encima de una mesita. Aquello prometía y mucho. Se acercó suavemente, con fuego en los ojos. Sabía que me deseaba, y que yo lo deseaba a él. Qué más daba que no le conociera ni hubiéramos cruzado más de dos palabras? Tenía que acallar a esa loba que me comía por dentro. Y nos lanzamos. Al más puro estilo desesperado, como si nunca antes hubieras besado, acariciado, saciado... Me pegó de cara a la pared, quedando él detrás de mí. Yo llevaba una faldita corta con un poco de vuelo, en pleno verano de noches calurosas era lo más fresquito que podía llevar. Quién me iba a decir dos horas antes en casa, cuando me estaba vistiendo, que podría tener tantas ventajas. Deslizó sus manos tan suaves por mis muslos, me apretó el culo una y otra vez mientras nos besábamos de lado, ardientes, apasionados. Y me tocó en mi más preciado secreto, volviéndome loca de verdad. De pronto me dio la vuelta. Madre mía, que guapo era. Ya estaba fuera de mí. Empecé a desabrocharle los pantalones, impaciente, ...