Reencuentro con mi hermana
Fecha: 04/03/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: Danino, Fuente: CuentoRelatos
Después de estar un largo tiempo cortada la relación con mi hermana, finalmente nos reconciliamos. Fue para su cumpleaños 43, pues nos habíamos encontrado en el shopping y tomando un café, dejamos de lado las diferencias que teníamos y terminó invitándome al festejo en su casa...
Ella, es 4 años mayor que yo. Su marido es un tipo buenazo que tiene una pequeña inmobiliaria. Tienen un hijo de 21 años. Yo no tengo hijos. A Jorge, mi marido, no le interesa tener descendencia. En realidad, pensará que siendo mecánico naval y estando a veces embarcado 2 meses (a veces más), sería un incordio el compromiso de un hijo. Por otra parte, mi esposo no era lo que se dice un impetuoso amante e incluso a veces, debía insistirle para tener algo de sexo.
La noche del festejo, llegué con un remis a la casa quinta de mi hermana Patricia. Me sentí muy cómoda con la recepción feliz que demostraron al verme. Me había vestido, aprovechando que no estaba mi marido, con una falda corta y una blusa floja y con un interesante escote en mi espalda. Zapatos de taco aguja, que resaltaban mis piernas bien torneadas y el cabello largo suelto hasta los hombros. Soy bastante bonita y gracias al gimnasio tengo un cuerpo bien formado con unos pechos firmes y una cola paradita y atractiva.
—Daniela —dijo Patricia— Te presentaré a los invitados y después de tanto tiempo sin verlos, quiero que veas a mi esposo y a mi hijo Mauro.
A Mauro, no lo veía desde que era un imberbe flacucho de 15 años. Hoy, ...
... era un muchachón rubio (como mi hermana) de 1.80 metro y junto a su amigo Bruno, ambos eran jugadores de rugby en el club del country.
—Tía, realmente me acordaba de ti a pesar del tiempo transcurrido —y con una mirada pícara a su amigo Bruno, agregó— lo que no recordaba, era que te vieras tan linda.
El piropo me hizo feliz y me quedé charlando con ellos bastante, durante la velada. Notaba que ambos me atendían solícitamente y hacían por hacerme sentir bien. Fue una noche muy alegre y como la reunión se hacía en el quincho, la bebida y la música entonaban mi espíritu. Bailé con ambos despreocupadamente sintiendo el contacto de unos cuerpos juveniles y firmes (mi esposo es 15 años mayor que yo y estando gordo, no le interesa hacer gimnasia ni bailar), Bruno, más atrevido que Mauro, cuando bailábamos, acariciaba mi desnuda espalda con disimulo.
A eso de la 1 de la mañana, ya se retiraban los invitados y le dije a Patricia, si me pedía un remis para irme a mi casa. Mi hermana dijo que me llevarían los muchachos ya que se iban al centro, a lo que ellos asintieron con repetidas inclinaciones.
—No quiero que se molesten —dije— ni desviarlos de sus planes.
—Por favor, tía —dijo Mauro— nos queda de paso y también será un gusto acompañarte.
Agradecí las atenciones, saludé a todos y salimos a mi casa con el automóvil de Mauro. En el viaje, iba sentada en el lugar del acompañante y Bruno en el asiento trasero. Sentía su respiración cálida en mi cuello mientras hablábamos ...