Se dio de casualidad
Fecha: 05/03/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Hace dos años que vivo en una urbanización a las afueras de Madrid. Me llamo Eduardo, soy argentino, soltero, 40 años. Me llevo bien con todos los vecinos que son muy buena gente. Pegado a mi casa vive un matrimonio marroquí, tienen un hijo de unos 6 años y otro de ocho meses. El hombre se llama Farid y ella Haaifa. La mora es media reacia a saludar y relacionarse con los vecinos. El marido es distinto, por lo menos saluda y tiene detalles de buen vecino. Un domingo al medio día me trajo un plato de cus cus, una comida típica de su país. El lunes, cuando Haaifa trae a su hijo del colegio, al rato le golpeo la puerta y me abre su hijo. Abrió la puerta de par en par, y no pude evitar ver a la mora sentada en el sillón de su casa en braga y sujetador. No sabía como taparse para que no la viera y le hablaba en su idioma al hijo, que no se que le diría. Le devolví el plato y me fui. Yo estaba paseando a mi perro y veo que sale de la urbanización y me acerqué a darle una disculpa. «Pero por favor, que no se entere mi marido», dijo mirando el suelo, sin darme cara. A los días encontré un pañuelo tirado y pensando que era de ella volví a ir a su casa, y su hijo habre de nuevo la puerta de par en par, y ella sale del dormitorio con una pantalón tipo pescador y una camiseta todo bien ajustado, parecía una faja de cuerpo entero. Cuando me vio quiso esconderse, pero antes de que lo haga le dije si era suyo el pañuelo. Vi que se apoyo contra el marco de la puerta, como si no le importara ...
... que la viera así. Estaba descalza y apoyo un pie sobre otro. Me dijo que no, que ese pañuelo no era suyo. A la tarde veo a su hijo jugando en el parque, y salgo con mi perro, y veo a Haaifa sentada en una banca del parque. Cuando me vio, agachó la cabeza, yo me senté a su lado y dejé que su hijo juegue y pasee a mi perro. «Siento haberte puesto en aprietos de nuevo», le dije, «vale, no te preocupes, pero nunca se lo digas a mi marido», me volvió a repetir. «No te preocupes que no le voy a decir nada, esto es entre vos y yo», le dije sentado a su lado. «Vale, gracias», me dijo un poco más relajada. «Te puedo decir algo?», le dije mirando por donde estaba su hijo y mi perro. «Dime», me dijo. «Cuando te vi por primera vez, me gustaste más que cuando estabas con esa faja entera, tenes un cuerpo hermoso», dije viendo como la mora se ponía roja. «Y me gustan mucho tus pies, por que no te sacas el zapato y me dejas verlo?», dije notando como se ponía nerviosa. Tenía puestas unas vailarinas, mirando para todos lados, sacó una y me dejó que le viera el pie. «Estas buena de pies a cabeza», le dije apoyando mi pie contra la planta del suyo y levantándolo me quedé mirando su pie. «Bueno, ya es hora que me vaya», me dijo nerviosa, poniéndose la vailarina. «Me gustaría ir a tú casa cuando estés sola para hablar tranquilos», le dije. Ella me quedó mirando sorprendida. Llamó a su hijo y se puso en pie. «Que diría tú marido si supiera. que te vi dos veces semi desnuda y me dejaste que toque ...