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Puti-Post
Fecha: 12/03/2020, Categorías: Gays Autor: priscilla69, Fuente: CuentoRelatos
Mary estaba desesperada. Trabajaba repartiendo cartas desde hacía varios años. Una profesión poco valorada y mal remunerada, pues los últimos meses se le habían hecho muy cuesta arriba. La empresa había hecho varios recortes de personal y en nóminas. Mary no sabía qué hacer para poder sostener su economía. Una noche, tuvo un sueño que le dio la brillante idea de poder sacarse un sobresueldo, al mismo tiempo que arrastraba el carrito y repartía la correspondencia. Si la empresa me recorta el sueldo, yo me recortaré el uniforme. El horrible pantalón gris, se convirtió en una sexy minifalda. Tan corta que tuvo que rasurarse al máximo su zona más íntima y pecaminosa, Primero a cuchilla, seguido de crema, para acabar con los bajos como el culito de un bebé. La camiseta también fue sometida a los recortes, provocados por dos tijeretazos, que la convirtieron en un top de lo más sensual. Los pechos, asomaban cual sendos balcones al exterior. Sólo se salvaban los pezones que permanecían ocultos bajo el sujetador, y a la vez tapados por la poca cantidad de tela que sobraba, tras el pertinente trasquilón de la camiseta. Una mañana como otra cualquiera, Mary llena el carro con la correspondencia y, sale canturreando, como es habitual en ella, rumbo al reparto. La cortísima falda, el minúsculo top, y la ausencia de bragas, hacen que la propia Mary, lance un suspiro de júbilo hacia sí misma. Calle arriba, calle abajo, va soltando lastre como es ...
... costumbre. Cada día la misma función. Pero hoy va a convertirse en una jornada laboral un tanto especial. Se levanta algo de aire, pero a ella no le preocupa lo más mínimo. Sabe que ello forma parte de su nuevo plus de trabajo. De repente, nota un tintineo en las baldosas de la acera. Agacha la cabeza y parte de su cuerpo, mientras observa una moneda que da saltitos delante de ella. Rápidamente avanza tras ella y la atrapa entre sus dedos. La guarda en su cartera y sigue repartiendo. Un par de minutos más tarde, vuelve a escuchar de nuevo el tintineo. Sólo que ahora, por partida doble. Vuelve a correr tras las dos monedas, se agacha, las entierra en sus manos y las vuelve a meter en el monedero. Diez minutos después, y cuando ya parecía haber olvidado el incidente, oye una voz a sus espaldas. -¡Nena! ¡Nena! Mary se da media vuelta y tropieza con una mirada lasciva que se clava en la suya. -¡Ven! ¡Acércate un momento! Deja el carrito aparcado en un portal y acude a la llamada del personaje. -¿Qué desea?¿Le he entregado la correspondencia equivocada? La voz de Mary es limpia e inocente, mientras que la mirada del personaje que la recorre por entero, se vuelve un torbellino de sucia pasión desenfrenada. -Te ofrezco un trueque. -¿Cual? Responde Mary con una pregunta llena de dudas y a la vez de esperanza. -Te he dado tres monedas, porque cuando el fresco aire que se respira ha levantado tú falda, he visto algo que me ha gustado ...