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Eduardo llegò a mi vida cuando yo tenìa siete años. Segunda parte.
Fecha: 16/03/2020, Categorías: Gays Autor: sweet.ciro, Fuente: SexoSinTabues
... posición de hacer el 69. Cómo gozaba cuando se comía mi anito, lo mordía, lo chupaba, presionaba para meter su lengua. En esa posición su pene me quedaba en el rostro. Yo quería meterlo en mi boca, tanto que me dolía el cuello y la quijada, pero no me importaba, metía la cabeza de su verga entre mi lengua y mi paladar y le liberaba el prepucio, como él me enseñó. Y nos gozabamos los dos, él en mi ano y yo en su miembro. El tiempo pasaba y cada segundo era eterno. Su voz y mi nombre rebotaban del techo hacia el suelo y nada más existía. Entonces brotaba en mi boca el manantial de su semen, la lluvia blanca y espesa que tanto deseaba y la bebía, agarrado con firmeza de su verga con las dos manitas fuertemente, y se la masajeaba de abajo hacia arriba para extraer más y más de ese jugo dulce. Lamía y tragaba todo lo que podía. Luego él me limpiaba la cara con su lengua y sus besos que olían a nosotros. Su verga seguía dura y parada, palpitando y moviendose. Yo me recostaba boca abajo, con el aliento entrecortado, soñando que él se metería en mí por el culo, que me abriría y entraría para vivir ahí para siempre. Eduardo se subía en mi espalda, sentía su cuerpo caliente y de animal que no se puede dominar frotandose en mi cuerpo, bajaba y lamía mi culito, ya metía un dedo, ya la lengua, ya dos dedos y me dilataba. Cada vez el dolor era menos, y más el placer del sometimiento. Luego ponía su monstruo en mi esfínter y comenzaba a presionar, suave, fuerte. Me abría las piernas y me ...
... sujetaba las manos tomandome de las muñecas, por debajo de mis brazos, en una posición en la que lo único que podía mover era mi cabeza. Con todo el presemen que volvía a producir, me pasaba todo su gran pene por la rajada del culo y frotaba, frotaba cada vez más fuerte y a mi me encantaba sentir su peso, la enorme serpiente que me castigaba el culo, endurecida, casi con violencia. Volvía a comerme, a devorar ansiosamente mi cola adolorida por los punzantes golpes de verga que me daba y su lengua me llenaba del bálsamo fresco de su saliva. Le gustaba chupar caramelos duros de menta, Hall`s, y con la saliva mentolada me cubría el penecito, los incipientes testículos y metía su lengua lo más que podía en mi colita, yo gozaba y me movía siendo devorado y humedecido por su boca y su lengua que me lamía… Cuando ya me había mojado lo suficiente, se retiraba unos quince o veinte centímetros, y soplaba lentamente, con suavidad sobre la piel de mi sexo, sobre mi culito que, irritado, disparaba puntas eléctricas hacia todo mi cuerpo, en un escalofrío que casi me hacía perder el sentido y me dejaba aturdido, borracho del perfume a sexo y menta. Ya aguantaba, y pedía, hasta dos dedos en mi culo. Los dedos de Eduardo eran gruesos y callosos, me dolían y me hacían que me moviera como si no fuera dueño de mí, se hincaba y me daba de nuevo su verga en la boca mientras yo estaba sobre mis manos y mis rodillas, en cuatro patas, abierto para él, moviendo mi cuerpo diminuto para él y lo miraba ...