1. Una noche con mi profesora de química


    Fecha: 24/09/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: claveldeldeseo, Fuente: RelatosEróticos

    ... levanté ligeramente. Tomé mi pene y lo introduje entre sus nalgas. La penetré con ritmo normal, primero, y luego la levanté más, echando su culo hacia delante, al descubierto. Penetré aquel agujero, introduje profundo, sintiendo que el espacio separador entre el ano y su vagina se hacía mínimo por la presión que yo ejercía. Ésa era la posición de mi fantasía. Como si no fuera suficiente con todo mi miembro dentro, empujaba más fuerte y la tiraba hacia arriba. En el ritmo que adoptamos sentía sus nalgas chocando contra mi vientre. La afirmé por los muslos poniéndola de lado, e impulsé mis nalgas hacia delante enterrándole mi aparato. Dio un grito de placer, entonces continué sodomizándola.
    
    —Ay, ay, ¿estás excitado? Me tienes el culo todo roto —me dijo.
    
    —No —respondí y seguí azotándola.
    
    Luego me subí sobre ella y dirigí mi pene hacia abajo; me hundí en su interior y tomé frenético ritmo. Ella dominada por mí, gemía, impotente, con las gruesas piernas separadas y clamando por ayuda, quejándose del dolor. La lencería colgaba a ...
    ... sus costados, tenía vagina, senos y ano desnudos. Me apoyaba en ella, enterraba con fuerza y veía mi obra. Saqué mi pene y brotó un hilo de semen. Volví a introducir y seguí; la aplasté con mi peso y continué metido en ella. Mi miembro estaba todo dentro de su prominente culo achatado.
    
    Al terminar, levantó la cabeza, con rastros de semen por los párpados, extenuada, y pareció implorarme el cese. Aunque quería más, removió con su lengua mis fluidos en los bordes de su boca. Apenas abriendo los ojos, dijo:
    
    —¿Hemos terminado el acto?
    
    —Ya casi —respondí, y pasé mi flácido pene por su boca, limpiándome entre sus dientes y encías. Movió el rostro con disgusto.
    
    Mi miembro quedó húmedo y sin esperma. Se secó. Sonriendo, comencé a vestirme con mi ropa arrugada. La contemplé en su aspecto lamentable, buscaba entre las sombras, pues tenía la cara cubierta de líquido blanco. Satisfecho, le dije:
    
    —Ahora sí, hasta luego, profesora.
    
    Le arrojé un beso pícaro y dejé la habitación. Así fue la noche en que poseí a mi profesora de química. 
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