Nuestra soledad nos traiciona (1ª parte)
Fecha: 19/04/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: stukka15, Fuente: CuentoRelatos
Después de graduados, mi hermana Sandra y yo, dejamos el seno familiar para tratar de construir nuestras vidas por separado, en ciudades diferentes a la de mis padres.
Yo conseguí poner un pequeño negocio que prospero poco a poco y con mucho trabajo, lo que me dio la oportunidad de comprar una pequeña casa de interés social. Mi hermana mientras tanto, no tuvo tanta suerte pero logro mantenerse a flote por algún tiempo.
Ante la necesidad de ayuda de confianza, invite a Sandra a trabajar conmigo haciéndose cargo de la administración de mi negocio, que para entonces contaba con tres sucursales. De pagar a extraños a apoyar a mi hermana, ni dudarlo. Después de mucho pensarlo accedió y llegó a vivir conmigo, después de todo era una situación temporal, éramos hermanos y yo era soltero.
Medio incómodos al principio por lo pequeño de la casa, pronto nos acostumbramos a compartir. En sus ratos libres, me ayudo a decorar mi hasta entonces fría casa. Poco a poco olvido la idea de mudarse a vivir sola y entablamos una relación muy diferente a la que tuvimos en casa de mis padres.
Concentrada en la dirección del negocio, discutimos varias ideas y decidí confiar en sus predicciones, así que modernizamos los negocios e incursionamos en un programa publicitario barato pero efectivo. Poco a poco las ventas subieron pero aun así tardamos dos años en recuperar la inversión inicial. A partir de ese momento las cosas mejoraron, nuestras finanzas respiraron y digo nuestras, porque ...
... ahora éramos socios. Sandra era propietaria de 2 de las 5 sucursales.
Ella era muy reservada en el aspecto social, no tenía amigas verdaderas solo conocidas y compañeras de algunos cursos que tomó. Yo era mucho peor, no trataba con nadie fuera de mi negocio y mis clientes con los que ocasionalmente convivía. Solo contaba con algunos amigos en mi ciudad natal con los que mantenía contacto ocasional pero gustoso. Con esta forma de vida, Sandra y yo nos convertimos en dos hermanos solitarios pero muy unidos. Íbamos juntos a comer, a comprar víveres, a visitar proveedores, clientes e incluso a visitar a nuestros padres en breves vacaciones. No teníamos la menor idea del rumbo que tomaría nuestra relación por este tipo de convivencia.
Empresarios medianamente exitosos a los 32 ella y 30 yo, poco nos interesaba formar nuestras familias o convivir fuera del trabajo, sin embargo el destino decidió darnos una buena lección.
Cierto día Sandra estaba de excelente humor e insistió en enseñarme a bailar, algo que no se me daba, pero por no molestarla accedí. Bailamos parte de un par de piezas movidas acompañadas e varios pisotones y luego surgió una balada muy romántica. Apenado y torpe continué la lección, aceptando su teoría de que algún día tendría que bailar y conquistar alguna chica guapa. Me obligo a abrazarla y bailamos bastante cómodos el resto de la pieza. El roce de nuestros cuerpos, el tocar su cintura y percibir su aroma me excitó un poco y trate de disimularlo.
Al ...