Los pies de Daniela
Fecha: 30/04/2020,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
El nombre que usaré para esta historia es Carmen. Tengo 32
años y como digo en el título soy fetichista del pie y además lesbiana
consumada. Creo que soy muy sexy y los hombres me miran por la calle (yo paso de
ellos, pero me da morbo). Siempre estoy a la espera de alguna mirada de alguna
mujer y tengo necesidad de relaciones sexuales constantes y si puede ser para
dar rienda suelta a mi pasión secreta, los pies. Está claro que no tengo muchas
ocasiones, así que aprovecho las que me salen al paso.
Bueno, esta historia que me paso de verdad el mes de
septiembre pasado ocurrió en unos grandes almacenes muy conocidos. Yo había ido
de compras, como mucha gente, pensando ya en el otoño que venía. Hacía mucho
calor, pues como recordareis este verano ha sido muy caluroso, por lo que todas
íbamos bastante escasas de ropa. Era mediodía y no había mucha gente de compras
así estaba bastante cómoda y fresquita. En uno de mis múltiples paseos (ya
sabéis que a las mujeres nos gusta ir de compras sobre todo a mirar) me subí en
el ascensor. Estaba sola y cuando iban a cerrarse las puertas entró una pareja.
Yo pensé que eran matrimonio, aunque luego me fijé un poco más y parecían más
compañeros de trabajo. Yo, naturalmente, me fijé en ella. Era una mujer de mi
edad, más o menos. Vestía una faldita roja muy corta muy ceñida que le hacían
supersexy y una camiseta con algún tonto dibujo. La verdad es que estaba muy
buena y me alegré de ...
... que entrara en “mi” ascensor. Como es lógico, me fijé en
sus pies. Eran preciosos, muy cuidados dentro de unas sandalias que permitían
que se les vieran en todo su esplendor. Me gustó comprobar que llevaban algunas
horas dentro de esas sandalias lo que seguramente les daría un morboso olorcito.
Cuando levanté la vista me encontré con su mirada. Me turbé
un poco porque estaba claro que se había dado cuenta de que la estaba mirando
los pies. Cuando nos estábamos mirando y empezaba a preguntarme interesada por
que no apartaba la mirada, entró en el ascensor un matrimonio joven con un
cochecito de niño. Había sitio de sobra por lo que todos nos movimos un poco,
pero realmente no hacía falta. Sin embargo ella se apartó de donde se
encontraba, enfrente de mí, y se vino a mi lado.
A ver si consigo explicar bien como estábamos; yo me
encontraba en una esquina, al fondo del ascensor, con la espalda apoyada en una
de las paredes y con la mano sobre una pequeña barandilla que había en la pared
del fondo. Cuando entró la pareja del cochecito todos nos quedamos en la misma
posición prácticamente, excepto esta mujer que vino junto a mí y se apoyó contra
la pared del fondo y muy cerca de la esquina donde yo estaba. De esta forma, su
cuerpo quedó literalmente pegado al mío y su culo contra la mano que yo tenía en
la barandilla.
Aquel movimiento constituía una clara provocación y yo
pensaba aprovecharla naturalmente. Yo me quedé como ...