1. Ducha sorpresiva


    Fecha: 07/05/2020, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Esta historia ocurrió hace algunos meses y es totalmente verídica. Soy una mujer de 45 años, de mediana estatura, y creo que estoy bastante bien proporcionada. Tengo unas piernas bien torneadas, un pecho y un culo firmes, pelo corto y ojos castaños. En mi trabajo muchos compañeros se fijan en mí y, a veces, tratan de gastarme bromas un poco subidas de tono, a las que casi nunca correspondo para evitar malos entendidos.
    
    Estoy felizmente casada desde hace 20 años y tengo un hijo de 18 años, Daniel, y una hija, Ruth, de 14 años. Vivimos en una bonita casa adosada, de una pequeña ciudad, y pertenecemos a lo que normalmente se denomina "clase media". Es decir que no tenemos excesivos problemas para llegar a fin de mes. Tanto mi marido, Juan, como yo, disfrutamos de dos buenos empleos, bien remunerados. Nos consideramos una familia normal a todos los efectos, como normal es la relación que mantengo con mis hijos y mi marido. Éste por razones de trabajo tiene que viajar con frecuencia y pasar algunos días fuera de casa.
    
    La historia que les quiero contar ocurrió este verano. Mis hijos estaban de vacaciones escolares y mi marido de viaje de trabajo. Era ya la hora de acostarse y Daniel decidió tomar una ducha antes de ir a la cama en el baño de la habitación de matrimonio. Yo quería pasar al baño, pero el otro WC de la casa estaba ocupado por Ruth en ese momento. Así que decidí pasar al baño de matrimonio, pensando que mi hijo tendría las cortinas de la ducha cerradas y no le ...
    ... importaría que yo pasara unos minutos.
    
    Al pasar junto a la ducha me di cuenta que la cortina no ajustaba totalmente a la pared y pude observar de perfil a mi hijo bajo el agua sin que él se diera cuenta. Esta visión fortuita me dejó petrificada. Hacía varios años que ya no veía desnudo a mi hijo y me quedé sorprendida al ver el tamaño de su pene. No podía imaginar que se hubiera desarrollado tanto en tan poco tiempo. Era más largo y grueso que el de su padre, a pesar de que solo tenía 16 años. En estado de semiflacidez pude calcular que le mediría unos 12 o 13 centímetros y de grosor podía ocupar mi mano entera.
    
    Esta imagen fugaz de mi hijo totalmente desnudo me excitó sobremanera. Así que después de orinar pensé rápidamente cómo pasar a la acción. Entré de nuevo en mi dormitorio (el baño se encontraba en el propio dormitorio) y comencé a desnudarme lentamente para dejarme ver por Daniel cuando saliera de la ducha. Me planté frente a la puerta del baño sin bragas ni sujetador, haciéndome la distraída hasta que por fin salió mi hijo.
    
    Tras estas palabras mi hijo se quedó medio paralizado, pero no podía quitar mi vista de mi zona púbica, estaba como hipnotizado. En breves segundos observé cómo la toalla que llevaba enrollada a la cintura empezaba a levantarse, denotando un bulto de fabuloso tamaño. Tras volver a disculparse de nuevo se fue a su habitación a ponerse el pijama, ya que era difícil disimular su erección.
    
    Tras la cena le invité a ver conmigo la televisión ...
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