La historia de Claudia (14)
Fecha: 28/09/2017,
Categorías:
Masturbación
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... aunque en ese momento su dueña le ofreciera devolverle la libertad ella la rechazaría. Empezó a sentirse mareada, un poco por la presión del agua que la llenaba y también por el vértigo emocional del que era presa. Por fin sintió que la incorporaban para depositarla en el retrete e inmediatamente, cubierta por un sudor frío, agitada por violentos temblores y llorando a mares, expulsó ruidosamente todo el líquido que había inundado sus intestinos.
La echaron al piso y la señora dijo dirigiéndose a Laura, que temblaba como una hoja agitada por el viento:
-Te toca a vos, cachorra.
La pobre sumisita, aterrorizada, ofreció alguna resistencia cuando Blanca e Inés la tomaron de los brazos para colocarla en posición, pero la señora la aplacó a cachetadas y finalmente se vio sometida al mismo tormento por el que había pasado Claudia.
Por último, Blanca volvió a manguerearlas un poco, les secó las nalgas con una toalla, las perfumó e Inés se las llevó para recluirlas en la despensa.
Minutos antes del horario indicado para la subasta, la señora se presentó allí empuñando su rebenque:
-Óiganme bien. –les dijo. –Quiero de ustedes un comportamiento perfecto. Harán todo lo que yo les ordene y las invitadas les pidan cuando se las exhiba ante ellas. Se cuidarán muy bien de no mirar a la cara a ninguna y sólo hablarán si les hacen preguntas. ¿Entendido?
Ambas asintieron y Blanca se retiró para esperar junto con Inés a las invitadas, que comenzaron a llegar alrededor de ...
... las nueve de la noche. Las había señoronas maduras, la mayoría, y también dos jovencitas que aparentaban algo más de veinte años y que aun sin conocerse, por una cuestión de complicidad generacional, se sentaron una junto a la otra
La señora e Inés recibieron a todas deseándole la mejor de las suertes y cuando estuvieron ubicadas Inés se dirigió a la despensa en busca de las sumisas, que permanecían arrodilladas con las manos atrás y mirando al piso.
-Vamos, arriba, que llegó el momento de la exhibición. –les ordenó. -Y recuerden muy bien lo que les dijo Blanca o vamos a hacer que se arrepientan. –y ambas perras la siguieron dócilmente, algo inquietas ante lo que se venía.
Durante su encierro en la despensa habían estado conversando sobre el temor que les producía no saber en qué manos iban a caer.
-Andá a saber lo que nos hacen, Claudia. –había dicho la cachorra.
-Sí, no sabemos quiénes son ni qué van a querer de nosotras las que nos lleven.
-Tengo un poco de miedo, ¿sabés?... Siempre tenemos que pasar por algo nuevo, hoy esa enema... –y se estremeció al recordarlo.
-Yo también tengo miedo, Laura, pero no podemos hacer nada, no somos más que cosas para el placer de nuestra dueña.
Y ahora estaban en la cocina, donde Inés las había llevado antes de conducirlas ante las invitadas. Sacó una cubetera del refrigerador y les ordenó a ambas que se inclinaran hacia delante con las manos en las rodillas y las piernas abiertas. Desprendió varios cubitos y en ...