1. Recuerdos de un gay maduro


    Fecha: 14/05/2020, Categorías: Gays Autor: luzquiños, Fuente: SexoSinTabues

    Era el año 1987, tenía en ese entonces 19 años, era un chico bello, delgado, de rostro blanco con el cabello castaño que llevaba siempre largo. Mi voz y ademanes siempre fueron suaves, afeminados, amanerados de forma natural, por lo que nunca pude ser un gay discreto de closet, y como lo iba a ser, si la mariconada me salía por los cuatro costados. Crecí casi sin padre, yo era un hijo fuera del matrimonio, las pocas veces que se apareció ese hombre fue para dejar un dinero y que mi madre retire la denuncia por alimentos. Yo le temia, como después he temido a los hombres, note de que ese señor me miraba mal, como que adivinaba que yo iba para homosexual a mis 6 años. Mi madre también me mostraba poco afecto y en casa solo venían visitas mujeres, tías, amigas, vecinas que se la pasaban hablando mal de los hombres, de sus divorcios. Mi madre sabia de mi homosexualidad temprana, pero nunca me lo reprochó. A los 12 años ingresé al primero de secundaria en un colegio estatal, rápidamente fui clasificado de marica, cabro, rosquete y muy molestado. A mi me importó poco que me molesten los chicos, pues ya lo soportaba desde la primaria. Además de mi manera de ser afeminado me gustaba llevar la ropa ceñida en especial los pantalones, así que en el colegio con otras “locas” mas grandes a las que conocí en los recreos, hacíamos grupo y usábamos el pantalón del uniforme escolar color plomo horrible, muy ajustado, “al cohete” como se decía, sabíamos que así se resaltaban nuestras nalgas ...
    ... y eso provocaba a los chicos. ¡Ahh, que recuerdos! innumerables manos pajeras manosearon al pasar mis levantadas nalguitas en esos mis años escolares, afianzando mi desviada sexualidad. Terminé el colegio con 17 años, ya había debutado a los 12 con un chico de 5to de media, un “marido” que para tal evento me consiguieron mis amigos rosquetes mayores. Egresé de las aulas y comencé a trabajar de camarero o mozo en una pollería en el centro de Lima en turno de 9 de la mañana a 4 de la tarde. En ese entonces vivía en el distrito de Jesús María y a fin de mes llevaba dinero a mi madre y me quedaba algo para comprarme ropa. A las salida del trabajo solía ir a la plaza San Martin al atardecer para encontrarme con otras “chicas”, bueno, chicos homosexuales, nuestras edades iban de 16 a 24 años. Nunca nos vestimos de mujeres éramos cabros, homosexuales, hablando como locas en grupo. Conversábamos hasta que llegaba algún mostacero y se iba con uno de nosotros, a veces nos buscaban viejos que les gustaba perforar jovencitos, en otras no había un ligue, pero igual la pasábamos lindo en ese lugar. También teníamos una guarida en la azotea de un edificio clausurado desocupado, mi amigo Fernando tenia llave de la puerta por un familiar suyo y éramos tres cuatro chicos que teníamos acceso a ese lugar para nuestras revolcadas amatorias y exigirnos a fondo para dar placer al pingón acompañante. En otras íbamos a un hotel conocido que permitía amantes gays. Pasarón dos años de estar trabajando ...
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