Claudia y su hermano
Fecha: 14/05/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Ricardo Diaz, Fuente: CuentoRelatos
... saliendo del baño semidesnuda.
Recordaba divertida la vez en que se subió a una escala para alcanzar el entretecho, donde no había nada que buscar, sabiendo que era observada por él escondido tras una puerta. Estaba segura que en esa oportunidad él se masturbó a su nombre, lo que le produjo un deseo irrefrenable de verlo acabar, con su instrumento disparando semen mientras pensaba en ella como objeto de deseo. Y al no poder observar a su hermano en esas actividades, optó por ir a su dormitorio y dedicarse a acariciar su propio sexo hasta lograr un derrame prolongado que aumentó más aún sus ansias de ser penetrada por su hermano.
Jorge tenía dos años más que ella, que ya había cumplido los dieciocho años. Pero Jorge, con sus veinte años, era tímido y no se había atrevido a iniciar ningún tipo de intento. Y es lógico, pues todo lo que Claudia hacía parecía ser inocente, sin ninguna intención.
Pero hoy la situación había sido diferente, pues ella le miró directamente a los ojos, con una sonrisa dibujada en la cara, cuando el entró a la pieza y la vio masajearse por sobre el calzón, suavemente, pasando su lengua entre los labios, en una actitud de deseo evidente. Pero él se dio vuelta y se dirigió a su dormitorio, en el segundo piso, sin decir palabra, completamente perturbado.
Claudia decidió facilitarle el camino a su hermano, al que suponía ya casi listo para sucumbir a sus encantos, para lo cual reanudó su juego íntimo. Empezó a jadear fuertemente mientras ...
... seguía tocándose la vulva, con la intención de que sus gemidos llegaran a oídos de Jorge. Se desnudó completamente, abrió sus piernas semi levantadas y comenzó a tocarse los senos para aumentar el gustito que sentía con sus toqueteos en sus partes íntimas.
Se quedó quieta un rato, esperando alguna reacción de parte de su hermano, algún ruido que indicara que entraba al jueguito al que ella le invitaba, pero no sucedió nada. Se quedó desilusionada, con los ojos cerrados, descansando de la agitación que le había producido el masaje a su clítoris e imaginándose lo bien que lo habrían pasado los dos esa noche, completamente solos. Pero parecía que se quedaría con los deseos solamente.
Un ruido la sobresaltó, abrió los ojos y lo vio frente a ella, al pie de la cama: completamente desnudo, con la verga enhiesta, mirándola con unos ojos húmedos de deseo. Había bajado la escala sin que ella lo notase y ahora lo tenía frente a ella, dispuesto a seguir adelante lo que ella había comenzado.
Jorge subió a la cama, mirándola intensamente. Abrió las tapas bajo las cuales ella le esperaba también desnuda, con las piernas juntas y con los brazos tapando sus pechos, devolviéndole la mirada intensamente, con la boca húmeda y abierta de deseo, esperando que él tomara la acción para secundarle.
Le abrió las piernas y le puso su instrumento a la entrada de su vulva, mirándola a los ojos. Ella devolvió su mirada, sin apartar los ojos, intensamente, mientras abría sus piernas, en señal de ...