Soy viuda
Fecha: 19/05/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Me llamo Lupe, tengo 54 años, soy de Méjico, pero tengo nacionalidad española por mi difunto marido. Soy una mujer de estatura media, rellenita, todavía atraigo las miradas de los hombres. Con mi marido vivíamos en una urbanización a las afuera de Madrid. Mi marido tenía un carácter muy fuerte y la verdad, no nos llevabamos con ningún vecino, ya que él había tenido choques son todos. Murió de un infarto, y yo me había quedado sola en casa, pero los vecinos me hacían el vacío. Yo me sentía sola, pero los vecinos tenían razones justificadas para no hablarnos. El edificio es de tres plantas con seis depsrtamentos por planta. Yo vivo en el primero, y en el bajo, frente por frente vive un señor argentino, que como con todos no nos hablamos. Un medio día vengo de hacer unas compras y estaba él paseando su perra, nos miramos y yo lo saludo tímidamente y escucho que me responde el saludo. A los días nos volvemos a encontrar y nos volvemos a saludar, yo me pare e intenté hablar cualquier. tontería con él. Me dijo que se llama Eduardo y a partir de ahí ya nos saludamos y de vez en cuando hablamos unas palabras. Una mañana bajo a su casa y le pido si me podía revisar un enchufe que no funcionaba. Eduardo subió, lo revisó y lo arregló. Le invité un café y nos pusimos a hablar, resultó ser un hombre muy simpático y educado. Poco a poco nos fuimos haciendo amigos. «Y Lupe, pensas rehacer tú vida?», me preguntó una tarde que estábamos en casa tomando un café, «no lo sé, es que hace tan ...
... poco que quedé viuda, que prefiero esperar un tiempo más», le dije, «y un amigo para salir, que se yo, vos sos una mujer atractiva», me empezó a cortejar. «Bueno, un amigo tal vez, pero que sea disimulado, no quiero dar que hablar a nadie», le dije y seguimos hablando. Me invitó a comer fuera y le acepté, nos fuimos en su moto, yo iba nerviosa ya que las motos no me gustan, pero él es un hombre muy tranquilo. Comimos, después caminamos por un centro comercial, Eduardo me hace reir mucho con sus ocurrencias, yo lo cogí del brazo, y así ibamos caminando. Me siento muy bien con él. «Parecíamos marido y mujer caminando del brazo», le dije cuando íbamos a donde había dejado su moto estacionada. «Si, me sentí muy cómodo caminando de tú brazo», me dijo mirando mis ojos y fue acercando su cara a la mía y me da un beso en los labios. Lo miré me sonreí sin decir nada, y Eduardo pasa un brazo por mi cintura, me atrae hacia él y me vuelve a besar, pero fue un beso más profundo, senti su lengua en mi boca buscando la mía, yo me pegué bien contra él y le respondí el beso, metiendo mi lengua en su boca. «A donde vamos ahora?», me dijo dándome piquitos, «a mi casa, te parece bien?», le dije dándole piquitos también. Cuando llegamos a casa, Eduardo me siguió besando, sus manos pasaban de mi. espalda a mi culo, me apretaba las nalgas. Yo sin dejar de besarlo le empecé a sacar la camiseta, acariciaba su pecho bien peludo. «Eres bien macho con ese pecho así de peludo», le dije pasando mi mano por ...