Suegrita linda (2): Viuda lujuriosa
Fecha: 23/05/2020,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos
Esa tarde, en su cuarto, un polvo rapidito, con la hija cerca no podía gritar, era la oportunidad, sacarla y terminar dentro del culo. Aguantó sin gritar, se tragó todo.
La causalidad nos encontró en un momento de abstinencia sexual por viudez de doña Linda, y quien relata mal atendido por que su hija se obstina en no entregar sexo hasta que haya libreta.
La doña había escuchado tras la puerta las excusas de su hija y las masturbaciones como alternativa, esto sumado a los más de tres años sin sexo fueron los condicionantes para que la “causalidad” de la ruleta de la vida me hiciera acertar el pleno de conseguirnos como amantes.
La permanencia de la hija en la casa complicaba volver a repetir esa primera vez de sexo, pero a las dos semanas otra salida de mi novia con sus amigas para ir al cine, nos dio la oportunidad de tener unas horas para el sexo.
- Ven rápido estoy ardiendo, por favor rápido
- Espérame, pero desnudita, cuando abras quiero verte desnuda.
Ese pedido siempre es ganador, también ahora que estaba hecha una puta, después de esos primeros polvos quedó con sabor a poco, ahora habría entendido el mensaje de su cuerpo pidiendo carne masculina.
No necesité ni tocar el timbre, estaba en la mirilla, tan pronto me acerqué se abrió la puerta, doña Linda, estaba con una bata de raso blanca, abierta para mostrar su desafiante desnudez.
Ahí mismo en el recibidor me senté en el sofá, solté el cinto, ella terminó de bajarme el pantalón, se quedó en ...
... las rodillas. Mientras ella me lo baja aproveché para tomarla y forzarla a montarme, ahorcajadas, sentí la conchita pletórica de jugos tibios sobre mis pendejos, le hice guiar mi poronga hasta la entrada, tomada de sus cintura halé hacia abajo, de un golpe se la ensartó a tope.
El efecto sorpresa produjo un molesto sentón, el fondo de su vagina fue el topetazo brusco pero incitante, de ahí en más todo fue energía en movimiento, elevando mi pelvis se la enterraba hasta hacerla vibrar. Exigí acción, que se mueva, la torpeza inicial trocó en intuición para aprender a dejarse conducir en el zarandeo de cadera. Autodidacta de la movida sexual, pasó los brazos para tomarse del respaldo, eso le permitía balancearse, subir y bajar a su antojo, ser artífice de su propio placer.
Tampoco era cosa de hacérsela fácil, quería gozarla antes de permitirle el orgasmo tan pronto
- Desmonta, te quiero arrodillada, entre mis piernas y que me la chupes.
- Como usted mande señor.
Arrodillada comenzó a mamar, entendía que debía hacerlo sin dejar de mirar a su hombre, entender sus necesidades y complacer al macho. Aprendía y le gustaba chupar pero se negaba a que le terminara en la boca, de alguna manera posponía esa forma de terminar el acto.
Debido a que ella había descubierto, con su marido, que era alérgica al látex, no había posibilidad de hacerle sexo con condón, de ese modo siempre tenía que terminarle fuera de la vagina, se mostraba reticente a que me corra dentro de la boca, ...