UNA LINDA HISTORIA 7
Fecha: 24/05/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: memito, Fuente: SexoSinTabues
... vuelta y sigo durmiendo. Ha amanecido. Mis ojos se abren, casi por reflejo. Me siento genial, pleno de energías. Me digo que hoy es el día en que mi vida va a cambiar. Al menos, esa es la sensación que tengo. No sé que puede ocurrir, pero algo pasará. Sea lo que sea, puede esperar a que vuelva de correr. Miro a mis chicas. Pam está de bruces y ha babeado toda la almohada. Aún mueve levemente sus nalgas, como meciéndose. No sé cuantas veces ha podido correrse mientras dormía. Maby tiene sus dos manos atrapadas entre las piernas, durmiendo de costado. Hay un gran charco debajo de ella y huele a orina. Las dos lucen una sonrisa feliz. Apago los controles. Suficiente por hoy. Esta noche seguiremos con el entrenamiento. Mi polla llama mi atención sobre ella. Anoche dejé que las chicas disfrutaran con el entrenamiento, pero yo no me di ningún honor, parece reclamarme. Yo de ti, le haría caso. Es muy importante tener un miembro feliz. La risa del viejo es algo siniestra para ser tan temprano. Empiezo a acostumbrarme a correr. Puedo adoptar un paso medio, aún algo pesado, pero que me permite recorrer una buena distancia, manteniendo una respiración controlada. De esta tarde no pasa comprarme algo de ropa deportiva. ¡Coño, parezco un ilegal corriendo de la Guardia Civil! Me encuentro con una sorpresa en el cercano parque. Hay una clase de aerobic al aire libre. Todas mujeres, amas de casa, entre treinta y cincuenta años. Me detengo a mirarlas, sin dejar de moverme. La monitora, una ...
... chica menuda, de unos veintitantos años, me hace señas para que me una a ellas. Las señoras abren un hueco para mí. No es cuestión de decepcionarlas. El aerobic es divertido. La monitora es buena. Tiene la música muy trillada y sabe como hacer que todos los ejercicios coincidan con los diferentes ritmos, para que sea más ameno. Su pequeño cuerpo es flexible y, por lo poco que puedo ver, musculoso. Seguramente, hace algo más que aerobic para mantener esa forma. Me doy cuenta que muchas de las señoras que están cerca de mí, me sonríen, cuchichean entre ellas, cuando pueden, y, sobre todo, me devoran con los ojos. Devuelvo las sonrisas y sigo a lo mío, que cuesta mantener el ritmo. Tras casi una hora, la monitora comienza a aplaudirnos y le devolvemos el gesto. La clase ha terminado. Estoy empapado en sudor. Me acerco a ella, que está guardando el pequeño equipo de música. ― Te felicito. Nunca había hecho aerobic y me ha encantado – le digo. – Soy Sergio. Ella me sonríe. De cerca, es más rubia que castaña, con una graciosa y corta trenza atrás. ― Pepi, mucho gusto. Pues, apúntate al gimnasio Stetonic. Está muy cerca de aquí. Celebramos varias clases al aire libre como publicidad y gancho. ― Buena idea. Me pasaré en cuanto tenga tiempo. ― Toma una tarjeta – me ofrece, sacándola de una monada de mini cartera deportiva. – Pásate cuando quieras y pregunta por mí. Te enseñaré las instalaciones y te explicaré las opciones, modalidades y tarifas. ― Así lo haré – digo, despidiéndome. Las ...