De campamento
Fecha: 26/05/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: DENYS PERVERSO, Fuente: CuentoRelatos
... mis pantaletas estaban algo más que húmedas, tanto que si por alguna razón alguien tocara mi vagina con la lengua me derramaría abundante en su boca. Cuantas veces lo había hecho en mi época escolar, años antes de entregarme al padre de mis hijos.
De la misma manera esos chicos también lo hicieron conmigo, por eso mismo me opuse a que Erik se llamara David como su viejo, y Erik se llama así en honor al chico que lamio mi florecita por primera vez. Ambos nos chupamos y conocimos el sabor de nuestros sexos, sé que esto no les ocurre a todas, pero a mí me encanta el sabor de la piel del verdugo y aún más el sabor del semen caliente en mi boca. Sin hipocresías muchos de ustedes recordaran sus primeros pasos en el delicioso mundo del sexo en muchos casos con hermanos y primos. Eso es lo normal. Absorta estaba en esos pensamientos cuando recordé la noche anterior, cuando vi a mi Erik con su verdugo firme por alguna causa… no, no podía hacerme la tonta, era por mi causa. Me pregunté si aún tendría la habilidad de succionar el verdugo de mi Erik y hacerlo eyacular en mi boca. Sentí una punzada en mi vientre. Me creí en el infierno por pensar en mamar el verdugo de mi hijo. Me pareció inapropiado sucio. Tengo conocimiento que cada sitio o país tienen leyes y normas con respecto al incesto, por esa razón pensaba que no era bueno para mí. Regresé las revistas a su sitio, y salí a despejarme un poco. Baje andando hasta un sitio lejano al estero, desde ahí podía observar muchos patos ...
... nadando, y con ello logre olvidar mi hallazgo.
A lo lejos miré a mis hijos nadando y decidí zambullirme junto con ellos. Regrese al campamento pues recordé que, si había empacado mi bikini, tiempo tenía que no lo usaba, pero me conservaba en forma, así que confié en que me quedaría perfectamente, no me equivoqué el bikini me quedo un poco más ajustado, pero me servía, el trabajo en el gimnasio había acrecentado mis piernas y mis nalgas. El sol no estaba en el cenit cuando regresé al lago, me sumergí en el agua y la sentí muy fría. Requerí algunos minutos para acoplarme a la fría agua de la montaña. La piel de mis senos se erizó y mis pezones pusieron duros, pero permanecí buen rato dentro del agua. Estábamos situados como a 50 kilómetros de la población y mis hijos a más de 50 metros, miré a todas partes sin mirar una sola persona o animal cerca. Así que consideré que podía quitarme el sostén de mi bikini, y me tendí a tomar el sol. Antes de que me diera cuenta estaba dormida, supongo que por un lapso de veinte minutos más o menos. Por fortuna mi sueño no era pesado, y escuche voces que se acercaban a donde me encontraba. Reconocí las voces se trataba de mis hijos. Con rapidez traté de colocar mi sostén en su sitio tan apurada que lo coloqué mal.
Hecho esto permanecí acostada en mi sitio y fingí seguir dormida. Cuando estuvieron frente a mí, Paolo fue el primero en hablar… dijo:
—¡Mamá expuso al sol sus tetas! Maldición ninguna joven tiene unos como mamá ni yo uno de ...