1. Ahh, lujuria! (III: 4. final previsible)


    Fecha: 30/09/2017, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Me quedé profundamente dormida y soñé. Soñé que estaba en una cabaña entre montañas nevadas, tendida en una cama, plácidamente dormida y que la cama vibraba, se movía casi imperceptiblemente, y continuaba moviéndose, un lento sube y baja, ondulante y..., y...., no, no estoy soñando, la cama se está moviendo / sin moverme de la posición en que estaba presté atención y supe
    
    Así, mi amor, así, muy bien mi amor, así, susurraba mi amante; mamá gemía quedamente, con placer. Los dejé hacer pero, claro, sabía que no iba a poder contenerme por mucho tiempo así que, un par de minutos después medio me incorporé y abracé desde atrás a Alberto, prodigándole besitos en los hombros mientras me asomaba a mirar por sobre él. Alberto giró la cabeza y me ofreció su boca, que tomé por unos instantes; Luego, al separarnos, observé: mi amante recostado casi de costado, abrazando por detrás a madre, y madre pegando su espalda y algo más al cuerpo de Alberto, el brazo de abajo de Alberto por debajo del cuerpo de mi madre, envolviéndola, sugiriéndole caricias y pellizcos en sus senos, el otro brazo de Alberto, el más libre, estirado hacia abajo y sosteniendo levantada y abierta la pierna más libre de mamá, el pubis de mamá ofrecido, la pelambre de mamá y más abajo desde la posición en que yo estaba mi vista ya no alcanzaba.
    
    Me incorporé más saludando a ambos con un "hola, palomitos, con ganas otra vez ?" a lo que mamá respondió girando su cara hacia mí con una sonrisa y gimiendo. Alberto había ...
    ... hundido toda su herramienta en el interior de la raja de mamá y allí se movía apenas, entrando y saliendo apenas sólo un par de centímetros, apenas visible la base del tallo y por debajo, sus cojones pendulando al mismo lento ritmo.
    
    Por supuesto que me volví a humedecer pero..., consideré y levantándome silenciosa y lentamente tratando de no distraerlos, los dejé a solas. Desde la cocina y mientras me preparaba un café instantáneo escuchaba los jadeos cada vez más guturales de mamá y los estímulos de Tali. Ma desfalleció en un orgasmo y luego me asomé, presintiendo: efectivamente, Tali seguía y seguía, con control total de la situación, buscando más y mejor placer para su nueva amante.
    
    Vi cuando se incorporó, su vara rígida, y también vi la avidez en el rostro de mamá, que en su necesidad se dejó llevar dócilmente a la nueva posición que Alberto buscaba. Quedaron ambos de espaldas a mí casi al centro de la cama. Alberto el más cercano, ofreciéndome sus espaldas y supe que la seguía macerando desde atrás, sin prisa ni pausa. Ví que tomaba el almohadón y lo cruzaba por delante de mamá y también ví cuando con el peso y la fuerza de su cuerpo la forzaba a caer hacia delante. Lo ví retroceder. Ví cuando retrocedía más y hundía su cara entre los muslos de mamá, desde atrás. Bajé mi mano y lentamente comencé a disfrutar de mí misma.
    
    Ma se contorsionaba y gritó otro orgasmo; el siguió, impávido, dedicado a su tarea. Yo también. Mamá también. No Alberto, no, eso no, así no, ...
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