1. Choque Térmico (Frío)


    Fecha: 25/06/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... brazos mientras mis manos se sujetaban de sus hombros.
    
    —Ay, Dios mío... fue horrible... —Fue lo primero que pude decir con la respiración entrecortada.
    
    Él se mantuvo callado, se limitó a pasar una de sus manos por mi hombro desnudo en un ademán que pretendía reconfortarme. Yo seguí ahí entre sus brazos, recargada contra su pecho durante un buen rato. En realidad, este hombre no era tan frágil como aparentaba. Me sentía bien donde estaba, incluso empecé a dormitar. Sin embargo, él no parecía compartir la sensación que me embriagaba, lo notaba incómodo, tenso... Caí en la cuenta de que lo tenía arrinconado contra la pared, y había estado cargándole mi peso durante largo tiempo. Seguramente el pobrecillo había llegado al limite de su resistencia y estaría cansado, con una pierna dormida o hasta acalambrándose.
    
    —Niña, es mejor que te recuestes un rato —sus palabras confirmaban mis sospechas—, en mi oficina hay un sofá muy cómodo.
    
    Al separarme de él me di cuenta del desastre que había causado no sólo con mi vestido, sino también con su traje; los había dejado hechos un asco.
    
    —Tú no te fijes, chiquilla; también puedes asearte un poco en el baño de mi oficina.
    
    Afortunadamente nadie más se había dado cuenta del episodio que acababa de protagonizar y que casi me costaba la vida. Me ofreció su brazo para que me apoyara en él. Yo accedí y lo acompañé hasta su oficina.
    
    Momentos después veía mi rostro reflejado en el espejo del lavabo. El desastre había sido peor de ...
    ... lo esperado: el maquillaje corrido, el rimel escurrido por las lágrimas, mocos, babas, residuos de ponche... “Dios, que vergüenza”, pensé que el desastre de mi rostro y vestido debía ser muy parecido en el traje de él. Procedí a limpiarme lo mejor que pude, iba a continuar intentando hacer algo por mi vestido cuanto él llamó a la puerta del baño.
    
    —Ya te preparé el sofá, recuéstate un rato con confianza, yo voy a ir a los baños colectivos a tratar de limpiarme un poco también.
    
    —No se preocupe, ya terminé... —Me apresuré tratando de quedar lo más presentable posible en unos pocos de segundos.
    
    Cuando abrí la puerta él ya se había quitado el saco y tenía la camisa desbotonada. Se veían en ella muy claramente las huellas del desastre, destacaban sobre todo porque era blanca.
    
    —Que pena, arruiné su camisa... Seguramente también el saco está hecho un asco.
    
    —No te fijes, muchacha; lo importante es que sobreviviste al accidente.
    
    —Al menos déjeme pagar la tintorería.
    
    —Ja, ja, ja... No te preocupes, chiquilla; en cierto modo es mi culpa lo que te pasó... Deja las cosas así, lo importante es que estás bien.
    
    Me apretó una mejilla y procedió a entrar al baño.
    
    —Anda, recuéstate un rato, te hará bien el descanso.
    
    Así lo hice, me recosté en el improvisado lecho en que se había transformado el sofá. Se notaba que más de una vez había sido usado con ese propósito, ¿quién guarda en una oficina una almohada y un par de sabanas? Cerré los ojos y me dispuse a descansar ...
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