1. Choque Térmico (Frío)


    Fecha: 25/06/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... un rato, casi de inmediato sentí la pesadez en los párpados y empecé a adormilarme.
    
    —Ese sofá es muy cómodo, a mi me gusta echarme mis siestecitas de vez en cuando...
    
    Su voz la escuchaba cada vez más lejana, él seguía hablando y yo respondía con monosílabos o con algún simple murmullo, después ya no supe más. De pronto, desperté desesperada, sintiendo que me ahogaba, empecé a toser y a carraspear tratando de despejar mis vías respiratorias. Me levanté para ir al baño a tirar la mucosidad que me obstruía. No había rastros del Señor Pozos, seguramente había vuelto a la reunión y me había dejado sola, descansando.
    
    Al abrir la puerta del baño lo ví algo que me dejó pasmada, el Señor Pozos estaba ahí dentro, de pie, frente al excusado y estaba masturbándose. Él tenía los ojos cerrados y no pudo ver que me asomé. Tanto fue mi asombro que acabé tragándome lo que pretendía ir a tirar al baño. Me vino una arcada y no supe a ciencia cierta si fue por lo que me acababa de tragar o por la visión de un anciano con los pantalones en los tobillos y masturbándose con ahínco.
    
    Con mucho cuidado volví a cerrar la puerta y regresé al sofá intentando no hacer ruido, me volví a recostar, ahora tratando de hacerlo de lado, estaba visto que hacerlo boca arriba me traería problemas. No podía quitar la visión de mi cabeza, había sido sólo un instante, pero estaba claro que no la podría borrar de mi mente por el resto de mi vida. La inquietud que me provocaba me hizo imposible relajarme ...
    ... para volver a reposar. Entonces vinieron a mi memoria detalles que había pasado por alto, detalles que de algún modo mi cerebro había descartado por considerarlos improbables. Recordé el momento en que estaba abrazada a él mientras intentaba recuperarme del trance que casi me cuesta la vida. Yo lo había notado tenso, inquieto, incómodo... Pero en realidad, ¡el viejito estaba excitado! Sí, ahora tenía la certeza e inclusive parecía recordar nebulosamente su erección rozando contra mi pubis mientras me abrazaba a él.
    
    Me quedaba claro que por más que lo intentara no iba a poder relajarme para seguir descansando. Además no sabía si podría lidiar con el Señor Pozos luego de haberlo visto así. Me sería muy difícil fingir no haber visto nada. Tenía de salir de ahí lo más pronto posible, así que busqué mis cosas y con los zapatos en la mano decidí abandonar la oficina.
    
    Ya afuera, de alguna manera me sentí a salvo y extrañamente, la situación dejó de parecerme algo bochornoso y comenzó a tomar tintes cómicos. Me imaginaba al Señor Pozos excitándose con las secretarias y demás personal femenino de buen ver y luego corriendo al baño a hacerse una buena chaqueta a la salud de la inspiradora en turno. También me imaginaba que no era la primera vez que se la jalaba a mi salud, de algún modo, este pensamiento me hacía sentir un tanto halagada de que un viejecito de su edad todavía sintiera que se le levantaran los ánimos por mi culpa.
    
    Me reincorporé a la convivencia tratando de ...
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