Noche de pasión en Lisboa (I)
Fecha: 01/10/2017,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos
... necesitaba abrir el cuello de la camisa. Alzando la voz, le pregunté si podía fumar y ella me contestó de la misma manera diciendo que me sintiese como en mi casa. Me quité el fajín y la chaqueta, colocándolo todo sobre el respaldo de una otomana y mientras fumaba un cigarrillo, di un repaso al salón y vi que había varios cuadros, entre ellos un Klimt, dos Renoir y un detalle de la crucifixión hipercúbica de Dalí. Obviamente eran reproducciones, o había asaltado los museos donde estaban los originales y los había sustituido por falsos. Luego me dijo que los había pintado ella, que de joven había estudiado Bellas Artes en París y le traían recuerdos de juventud al mirarlos.
La oí venir por el pasillo y me volví hacia la puerta para recibirla. Entonces ocurrió algo extraño para mi entender. El vestido que traía era el que había lucido toda la noche, pero aquello que me era discordante cuando la vi por primera vez, había desaparecido. El vestido tenía un movimiento y una caída espectacular, como realmente tenía que ser, al verlo, supuse que era la luz del salón lo que producía aquel efecto, pero el caso es que estaba arrebatadora, y aparentemente, no había cambiado nada de su vestuario. Se quedó mirándome y le pedí disculpas por haber tenido el atrevimiento que quitarme la chaqueta y quedarme en mangas de camisa, pero el calor me estaba agobiando y esperaba que no la incomodase por haberme puesto cómodo. Ella en lugar de enfadarse se acercó a mí y me dijo:
—Yo también ...
... prefiero estar cómoda en casa, me ayudas soltándome los cierres del vestido?
Se puso de espaldas a mí y yo solícitamente le solté los broches de los hombros. Ella dejó caer el vestido y moviendo la cintura permitió que el vestido cayese al suelo, salió del ruedo del vestido y se dio la vuelta, viendo hacia mí.
Si en ese momento me dan una patada en la entrepierna, el shock no hubiese sido mayor. Entendí de repente todo lo que no me cuadraba en su vestuario. Llevaba un corsé sin copas, por debajo del pecho, de seda, con liguero incorporado, unas medias hasta el muslo, una braga sin elásticos, de piel de ángel color champagne, tipo calzón de boxeo, que se cerraba en la cintura con 3 botones de perla de cada lado y rematadas en la bocamanga de la braga con una puntilla de 10 cm de encaje de bolillos en seda, a todas luces tejida a la medida de la braga. Aquella braga costaba más que mi camisa y pantalones juntos. Pero el gran secreto desvelado era su pecho dos mamas con un tamaño E de copa, en mi vida había tenido cerca un pecho de semejante tamaño. Por supuesto no se podía pedir que se cayesen hacia arriba, la gravedad hacía su trabajo, pero era tal el volumen de la mama que la impresión es que estaban hacia adelante. Cuando vio mi cara bajando los ojos me preguntó:
—No te gusta lo que ves?
—Que dices? Me encanta, pero jamás había visto un pecho tan grande. No quieras saber cómo tengo la entrepierna solo de verte.
—Tengo problemas con el tamaño, aparte que no le ...