Amatista -6
Fecha: 01/10/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: perrofiel, Fuente: CuentoRelatos
... lo sepas. Es a ti a quien puede pillar.
- flor, también los estoy leyendo. No te muevas. Confías en mi, ¿verdad? - sin pensarlo, fuera de mi, respondo que si -. Bien, pues como premio, tienes que saber que tu otra compañera acaba de recibir un correo con dos imágenes: una tuya con el tapón en tu culito y otra de mis dos perritas follándose el culo.
- Señora... - empiezo a quejarme
- Calla - me corta -. Nunca sabrá quiénes sois, solo se ven esas imágenes, ningún detalle más, a no ser que me des pie a que un día lo haga. Así que ya sabes, no me puedes defraudar, ni hacer nada, absolutamente nada que me motive a enviarle imágenes con más detalles. ¿Está claro flor?
- Si Señora, está claro - tiemblo solo pensar que pueda enterarse en cualquier momento, que pueda enfadarse conmigo, o que la defraude por algún motivo que no acierto siquiera a imaginar, y que envíe la evidencia de lo bajo que soy, de lo que late en mi interior y de la entrega que le profeso.
- Así me gusta. Ahora ya lo sabes. Un paso definitivo para que seas mio, para que ni siquiera llegues a plantearte nada que no te haya pedido yo, o que sepas si puede ser de mi agrado o no. Lo que te hará preguntar ante cualquier duda. Y eso te hace más mío, más dependiente, más sumiso, mas mi juguete, más nada - le escucho atentamente, asimilando la circunstancia, la condición en la que estoy inmerso. Y la alabo por hacerlo, por tenerme a Sus pies, anulado, alimentándome de Su voluntad, de Sus deseos -. Además, ...
... se que es lo que estabas esperando. Pero también quiero que sepas que hoy lo he hecho para que este entretenida. De hecho ahora mismo está hablando con Laura, enseñándole las fotos, debatiendo si debería enseñártelas. Ya se verá lo que hacen. Ahora, cinco azotes más, esta vez en cada ingle. Segura que se oyen más, jejeje.
Incrédulo por lo que oigo, por lo que me veo capaz de hacer, doy cinco azotes en la primera ingle, espaciados tres segundos entre ellos, sonando en el despacho, ampliados por mi propio temor, y los cinco restantes en la otra ingle. La zona está caliente, rojiza. Los nervios recorren todo mi cuerpo, me corta la respiración. Estoy en el cielo, realmente flotando. Por mucho que me pese, nada me importa, salvo complacerla.
- Enséñame el capullo, flor - deslizo la piel hacia abajo y lo muestro ante la cam -. Ahora, cinco azotes, fuertes en el capullito de mi flor. Estos no se oirán tanto - levanto la mano, con la regla cogida y uno tras otro doy los azotes. Nuevamente tres segundos ente uno y otro, dando pequeños saltitos que además de mover la silla, provocando más ruido, hacen que los cordones vuelvan a estirar de los huevecillos, recordándome que estoy bien pillado, sujeto por las partes más sensibles, incluidos los pezones, estirados, marcados por los pequeños pinchos de las mordacitas -. Mírate, lo dura que la tienes, apuntando arriba, al aire, salida - bajo la mirada. La forma en que están atados los huevecillos, estirando por delante, detrás y por ...