Me haces temblar
Fecha: 13/06/2020,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Sentila, Fuente: CuentoRelatos
... porque Eugenia gozaba con tomar sol toda desnuda.
Después posó los labios en uno de los hombros y comenzó a besar toda la espalda. Eran besos cortos y largos. La lengua dibujada contornos en una geografía que no era ajena. Ella permanecía con los ojos entrecerrados, gozando de las caricias y los labios. Marcos ubicó sus besos cerca de la cadera, mientras los dedos jugaban en los cachetes de la cola. Eugenia, había tolerado todo en el sexo de los dos, pero jamás había permitido que la penetraran por detrás. Solo admitía juegos en las cercanías de su agujerito virgen. Marcos, bajó con sus labios hasta más allá de la cadera y después hasta besar la cola. La aprisionaba con fuerza y la besaba.
Eugenia tenía un culo firme. Las manos de él abrían las nalgas y acercaba su boca. Los labios de Marcos querían sumergirse en una porción prohibida. Separó más los cachetes, mientras ella en un movimiento manoteó una almohada para colocarlo debajo de su estómago. Su cola deseada quedó más alta. Marcos no dudó y comenzó a besar el interior con fuerza. La punta de la lengua quería ingresar a la fortaleza y Marcos lo hizo con más fuerza. Con más rapidez. Ella sintió estremecerse ante esos labios que se metían en su culito virgen. La boca parecía devorarlo todo. Eugenia llevó una mano hacia su sexo y lo sintió como una laguna. Comenzó a frotarse los ...
... labios de su vagina, cuya humedad corría como un río desmadrado. “Me hacés temblar”, le dijo ella al sentir que la lengua empujaba en la rosada arandela. Marcos embraveció su boca y presionaba con ímpetu hacia el interior nunca navegado. Eugenia sentía su clítoris duro. Uno de sus dedos se hundió en su caverna, como lo hacía en las sesiones de masturbación en la bañera. Él se apartó un poco y con uno de los dedos acarició el redondel que nunca había podido penetrar. Lo tocó. Lo rozó, pero no avanzó.
En la penumbra de la habitación hizo girar a Eugenia y su boca quedó a centímetros de la vagina que más conocía. De una conchita estrecha y casi toda depilada, sobre la cual tenía derechos de autor. Entonces comenzó una descontrolada lamida de labios con sus labios. De su lengua, rozando las paredes internas. No podía disimularlo. Deseaba chupar esa concha como nunca antes. Y el cuerpo de ella parecía el de una marioneta entregada.
Marcos, recomenzó la ceremonia íntima del sexo oral, atrapando con la boca toda la vulva. Lo hizo despacio y luego con mayor vigor. Con un dedo buscaba estimular el clítoris, pero todo lo hacía con exasperada lentitud. Nadie conocía mejor que él, sobre el lenguaje corporal de Eugenia. Ella permanecía jadeante, tocándose sus tetas, sus pezones. Deseaba que la cogieran toda, como sólo Marcos sabía... (Continuará)