Elena (A.C.) - mi masoquista IV - Final
Fecha: 21/06/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos
... pocos días… cornudo, espero me respondas.
—Si así son las cosas… - atajé encabronado.
Furioso como hacía no mucho, le bajé la braga, la puse de espaldas y la penetré en el acto. Mi mente era un mar de emociones encontradas, pero una parte de mí sólo pensaba en que tenía a la hermana de mi novia para mí. Ella gritó de placer y sorpresa, pero se dejó coger. Como comenzaba a gemir, le tapé la boca con una de mis manos, mientras con otra la masturbaba. La cogí duro, aunque no supiera la razón. La penetré fuerte y sin descanso durante 10 gloriosos minutos hasta que se la saqué y terminé sobre sus nalgas.
—Buen intento cuñado, pero no es suficiente para mí – me dijo jadeante Janine
—¿Con quién? – pregunté aún con enojo
—En dos días regreso a México. Elena se va a quedar aquí…
—¡¿Con quién chingados me puso el cuerno?! – grité
Al instante me di cuenta de mi error, aunque, dado mi humor, me valía madre si Elena me cachaba cogiéndome a su hermana. Nos quedamos en silencio unos momentos, pero no escuchamos nada proveniente del otro cuarto. Janine se volvió a poner las bragas sin limpiarse mi semen de su potente trasero y me besó como toda una profesional. Al final del beso, me susurró: “te marco en dos días, pero no le digas nada a Elena”.
Y así, sin más, Jannine salió del baño y me dejó lleno de mil y un sentimientos. Primeramente, estaba la “semi” culpa de haberle puesto el cuerno a mi novia con su propia hermana (que la verdad estaba bastante bien). Pero ...
... sobresalía un enojo, frustración y una tremenda furia por sentirme cornudo. No sabía si lo que decía Jannine era cierto, pero dichas declaraciones confirmaban ciertas sospechas y me inclinaba por creerle. De ser así, ya le había pagado con la misma moneda.
Creo que mi frustración era mayor, sabiendo que, pese a los hechos sucedidos con su hermana hacía unos segundos, me ardía por dentro que yo, pese a haber tenido bastantes oportunidades y tentaciones, jamás le engañé. Nunca, hasta ese momento que su hermana me besó, estuve con otra mujer. Pero, bueno, eso ya había quedado en el pasado.
Ahora, comprendo la inmadurez e insensibilidad de mis acciones, que pese a haberlas disfrutado, me costaron muy caro.
Elena estaba demolida por tanta jodienda del día anterior (y vaya que la dejé lastimada), además, la cruda hizo su aparición, así que no pasó nada. Me fui, tratando de ocultar mis sentimientos. A los dos días, mi teléfono vibró con la leyenda “cuñada” en la pantalla.
—Hola cuñadito, ¿cómo estás? – habló con un tono dulcemente perverso.
—¿Qué onda? pues, estoy, que ya es ganancia.
—¿Qué has pensado? – preguntó
—¿Con quién? – contesté preguntando
—Ay cuñadito, mejor ven a la casa y te cuento – me dijo como si tal cosa – y sirve que…
—Sirve que, ¿qué? – atajé, desafiante y molesto.
—Ya verás… entonces, ¿te espero o no? – preguntó impaciente – para saber si hacer otros planes…
—Estoy en la roma, ensayando… como siempre – la verdad estaba a dos calles de ...