1. EL SECUESTRO DE CAROLINA II


    Fecha: 03/10/2017, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... restregó por la nariz de su víctima. - Mira cómo huele tu mierda, jodida cerda. Ya estaba completamente desnuda. Iba a terminar la exploración de ese cuerpo pre-adolescente, y quería hacerlo con tranquilidad. - Ábrete de piernas como la puta que eres. ¡Ábrete biennnnn! - le gritó. Carolina separó mucho las piernas y, ante él, apareció el coño vivo más hermoso que había visto nunca. Los pelos oscuros no cubrían una parte muy amplia del pubis; no era pelusilla, era ya vello algo crecido, no tan rizado como el de otras mujeres. Lo tocó y acarició: era suave y parecía brillante. Lo cogió con los dedos y pasó la lengua por entre esa suave mata. - Mmmmmmmm, delicioso……. deliciosoooooooo Puso su cabeza entre las piernas de Carolina; los labios mayores de la vulva eran gruesos y ocultaban los pequeños. Los abrió con los dedos. Vio la carne exterior un poco húmeda por la orina que se había escapado; tenía un color rosáceo. Alrededor de los labios mayores crecía algo de pelusa, pero apenas se notaba. Quiso abrir el último obstáculo para entrar en esa cueva, pero los pequeños labios estaban muy apretados, muy pegados, y no pudo abrirlos con los dedos. Utilizó más fuerza y, al final, pudo separarlos. - Te resistes, pequeña, tu coño se resiste a abrirse; eso me gusta porque será más doloroso para ti y más placentero para mí. El dolor y la vergüenza de Carolina eran tan grandes que su llanto iba acompañado de mocos que le salían por la nariz y ensuciaban aún más su cara. J. continuaba con ...
    ... su minucioso examen. Por fin había abierto ese coño y acercó su lengua a él. Lamió todos los pliegues con la boca babeante de saliva. Quería cada trozo de carne. Le gustaba ese sabor amargo que se había quedado prendido, y siguió chupando como un perro apretando su lengua y labios contra ella. No quería dar placer a esa puta; sólo quería gozar él mientras ella sufría. Llegó con la lengua al clítoris y, como había dicho la niña, apenas se distinguía. Era un pequeño punto, un botón casi imperceptible, al que golpeó con el dedo. - No te preocupes. Lo sacaré de ahí y será mío. No habrá nada de ti que deje de saborear y morder. Los pequeños golpes en el clítoris eran incluso dolorosos para Carolina; una sensación tan distinta a la que sentía cuando, por las noches, tumbada en la cama, se acariciaba todo su sexo con un sentimiento de paz. Pero esa paz se había perdido para siempre. J. bajó un poco más para detenerse en el orificio del culo. El ano de la niña estaba muy limpio y no olía a mierda. Era estrecho, estaba cerrado aunque a veces, con alguno de los hipidos de Carolina, parecía querer abrirse. ¿Cómo podía salir por ese lugar tan estrecho la mierda? A J. le daba igual porque lo mismo que eso podía salir, también iba a entrar su polla empalmada y dura. Lamió el culo para saborearlo durante un rato y volvió a centrarse en el coño. Las paredes de la vagina de la cría no se veían húmedas; eran de un color más oscuro que la parte de fuera. Esa cavidad parecía querer cerrarse y J. ...
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